Como la Universidad de Guayaquil no paga lo que nos quitó, pues debe la jubilación complementaria, me puse a revisar documentos y noticias: en 1953, el presidente Velasco Ibarra decretó a favor de los jubilados alegando que nosotros, los docentes, habíamos educado a los gobernantes de la patria; en el 2013, la Corte Constitucional autorizó el pago; y en fin, tanto sufrí meditando, que acudí a un libro de mitología y por curiosidad me detuve en el nombre de Pandora.

¿Quién era Pandora?, era una mujer sumamente bella creada por los dioses del Olimpo para tranquilizar a los humanos, pues habían robado el fuego sagrado y entregado a los mortales, lo cual era prohibido, y había una maldición. Pandora llegó a esta tierra mandada por dios, con una caja que tenía todos los dones, pero debía tenerla cerrada; por curiosidad la abrió y salieron todos los males que agobian a la humanidad. Desesperada, quiso tapar la caja, pero cuando lo hizo, a medias, solo quedó la esperanza, y el resto no. En esta esperanza nos basamos y reposamos los jubilados complementarios de la Universidad de Guayaquil, esperando que las autoridades hagan algo o alguien perurja, pues de lo contrario haremos como Pandora, abrir bien la vasija para que los males sigan saliendo de la Universidad de Guayaquil. (O)

Héctor Cisneros Arias, docente jubilado, Guayaquil