Se ha venido señalando que las asignaciones estatales para solventar la investigación agropecuaria son insignificantes en Ecuador, no llegan ni al 1 % del PIB agrícola, tendencia en casi todas las naciones latinoamericanas con excepción de Brasil, Chile y Uruguay. Igual o parecido comportamiento se asigna a la indagación privada, aun cuando hay casos excepcionales como lo realizado por el Cincae en la caña de azúcar, que supervive con dificultades, con la contribución económica de los principales ingenios, debiéndose señalar que es incalculable, en cambio, lo realizado por las empresas florícolas que han podido avanzar gracias a un plausible esfuerzo, sin recibir presupuestos públicos.
Debe resaltarse lo que hacen las facultades e instituciones superiores donde para titularse es requisito previo concluir un tema de investigación o realizar estudios con fines de enseñanza que resuelvan problemas que aquejan al sector, especialmente en el control de plagas y enfermedades o tópicos sociales de gran interés. Es destacable lo realizado por la Universidad Técnica de Babahoyo, al estar casi listo el lanzamiento de nuevas variedades mejoradas de arroz producto del trabajo incansable del investigador ecuatoriano Dr. Walter Reyes Borja, que en feliz asocio con la Corporación Nacional de Productores Arroceros (Corponarroz) ha logrado identificar cuatro líneas prometedoras por rendimiento, grano largo, calidad culinaria e industrial, sabor y textura de arroz tipo japónico (diferente al índico que predomina en el país), que esperan los lentos trámites de propiedad intelectual y registro ministerial para proceder a su lanzamiento y masiva siembra en las actuales o futuras áreas.
Lo realizado por la Universidad de Babahoyo es un magnífico ejemplo de lo que es capaz de alcanzar un convenio entre agricultores y la academia con aporte de la Subsecretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) hasta llegar a la meta prevista de dotar al Ecuador de nuevas variedades de arroz de magníficos comportamientos en los más variados ambientes costeños como Daule, Santa Lucía, Yaguachi, Babahoyo, Manglaralto, Crucita y Rocafuerte, donde lograron rendimientos significativamente superiores (7 a 12 toneladas por hectárea) a las variedades convencionales predominantes en la Costa ecuatoriana. El hecho es aun de mayor relevancia cuando el Dr. Reyes y su equipo utilizaron en sus cruzamientos una maleza muy conocida por su agresividad denominada arroz negro, puyón o rojo (Oriza rufipogon), pero con características favorables de resistencia a enfermedades, por ejemplo. Concluidos los trámites de registros, la Universidad de Babahoyo se propone ampliar la colaboración del Programa Mundial de Alimentos de la ONU para financiar la promoción de estas nuevas variedades, para que los arroceros las adopten en sus planes de sembríos.
Formulamos nuestras felicitaciones al doctor Walter Reyes y a la Universidad de Babahoyo por esta demostración de resultados que enriquecen el valor y presencia investigativa universitaria, siendo además una cabal ratificación de la unión de esfuerzos a un fin de alto valor nacional. (O)