La constante lucha por una mejor paga por la fruta revive lo expresado en nuestro artículo ‘Usufructuarios de la cadena bananera’, publicado el 28 de febrero del 2021 por EL UNIVERSO, cuando sustentaba que las grandes cadenas de supermercados y las transnacionales coaligadas a ellas se marginan entre el 40 y 45 % de los ingresos, dejando apenas el 6,8 % a los agricultores (si se pagase el precio mínimo oficial), a los exportadores el 4,8 %, que se reduce porque asumen el costo de cartón, los materiales de empaque, gastos de embarque y tributos, afirmaciones sustentadas en serios estudios universitarios europeos.

Las navieras, prototipo de insensibilidad social, solo una de ellas en plena pandemia obtuvo réditos superiores a 5.900 millones de dólares, producto de tarifas exageradas que conservan sin inmutarse ante la tragedia de campesinos impedidos de competir. Resulta que importadores y maduradores, porque hay que someter la fruta verde a procesos especiales para convertirla en amarilla antes de su exhibición en perchas, se embolsan el 30,8 %; en tanto que la Unión Europea, al no quedarse fuera del reparto por los impuestos que gravan el acceso a ese mercado, se margina el 8,6 %, es decir, más que las dádivas que perciben el Estado y los productores, corazón de la cadena de valor.

Las organizaciones de venta al por menor exigen a importadores y exportadores facturar cada vez más bajo, sin aceptar encarecimientos inflacionarios y generados fuera del país, como fletes desmesurados, materias primas para fabricación de cajas de cartón, fertilizantes, fungicidas, suspensión de ventas por guerras que impactan la logística de las musáceas inobservando su carácter perecible, que no admite retrasos, aumentos que transfieren los capos del negocio a los eslabones más débiles de la cadena, agricultores y embarcadores, siendo además los únicos de ella que tributan en el país; al extremo de que con inusitada prepotencia de forma unilateral e impune resolvieron pagar menos, demostrando que es una quimera el mercado libre, empujan a un despeñadero las cotizaciones, en una manifestación clara de injusticia comercial y concentración de poder, maximizada con la decisión de Lidl, poderosa organización de minoristas, de incursionar en el transporte marítimo y aéreo con la firma Tailwind Shiping Lines como operador de su propiedad (revista Mercados 19.04.22).

Este perverso escenario ha sido evidenciado, asignando responsabilidades a quienes de verdad las tienen, pues no son exportadores ni tampoco productores los que lucran de la diferencia entre un dólar por kilo en cualquier país consumidor y apenas 33 centavos o $ 6,25 por caja de 18,4 kilos, obligando a concertar una protesta frontal de agricultores y países acompañados de sus gobiernos y condenar, en el marco de la legislación comercial europea que rechaza prácticas desleales de mercado, exigiendo con entereza montuvia reconocimientos de costos reales concordantes con los esfuerzos por entregar un producto inocuo, dentro de requisitos ambientales y sociales; entre tanto, será inútil el despellejamiento entre ecuatorianos por un pedazo más grande de la migaja. (O)