El presidente de la República, mediante el Decreto Ejecutivo 707, realizó reformas a la “Ley de Fabricación, Importación, Exportación, Comercialización y Tenencia de Armas, Municiones, Explosivos y Accesorios” y a su reglamento. La más importante es la autorización para que podamos tener y portar armas, cumpliendo requisitos. Ha generado debate entre águilas que están a favor porque podrán defender su vida y de su familia, ya que el Estado no garantiza; palomas que están en contra porque el Estado desplaza su responsabilidad a los ciudadanos; y búhos que no expresan públicamente a quién apoyan. Mientras las hienas, con o sin ley, siguen accionando el gatillo asesino.

¿Tenemos un contrato social con el Estado? Según Hobbes, en su obra Leviatán (1651), somos iguales ante la naturaleza, dotados del instinto de conservación en constante guerra; es necesario un Estado con poder central, justicia, fuerza suprema e invencible, ante el cual renunciemos a la violencia natural para vivir en paz. Para John Locke, en su obra Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690), nadie está capacitado para disponer de su existencia ni la de los demás, hay igualdad en derechos y un sistema de justicia debe juzgar a quien viole el derecho de existir de otro.

El Decreto n.° 707

Rousseau, en su obra El contrato social (1762), concluyó que las personas voluntariamente admiten la soberanía de un rey, renunciando a su estado de “natural inocencia”, acatando las reglas de la sociedad en beneficio mutuo. Weber, en 1919, definió al Estado como una asociación institucional que ejerce el monopolio legítimo de la violencia para su defensa y seguridad, y asume la justicia.

Los cuatro coinciden en que existe un contrato social, en el cual los ciudadanos sacrifican su derecho natural a defender su vida en favor del poderoso Estado que tiene la ley y el monopolio de las armas.

Con o sin armas, asistimos con incertidumbre, divididos e ingobernables, al deterioro del contrato social democrático.

El Decreto 707 reforma el contrato social, declara al Estado superado por las acciones del crimen que cobra la vida de cualquier ciudadano y que el monopolio de las armas está compartido. Las águilas están dispuestas a armarse para defender su vida y la de los suyos, aun sabiendo que pueden morir en un enfrentamiento con un delincuente y no habrá justicia, pero si mata al delincuente, el cuestionado sistema judicial lo podría encerrar en la cárcel.

En este grupo se encuentran quienes han sufrido en carne propia la violencia física, psicológica o económica en sus domicilios, vehículos, negocios, calles, etc.

Las palomas están manifestando su oposición al decreto y que se mantenga el contrato social tradicional bajo la protección de la justicia, las fuerzas armadas y policiales. En este grupo se encuentran ciertas autoridades de centros educativos superiores, profesionales y otros; quizás porque sus actividades tienen menor tiempo de exposición a la violencia. Los búhos silenciosamente se ubican en cualquier bando, para cazar o ser presa. Las hienas se describen solas.

Con o sin armas, asistimos con incertidumbre, divididos e ingobernables al deterioro del contrato social democrático. ¿Necesitamos un rey león y sacar nuestro instinto de supervivencia? (O)