El escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo: —¿Cómo sé que no me picarás? El escorpión respondió: —Porque haría que ambos nos ahogáramos. La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó: —¿Por qué?, si los dos vamos a morir; el escorpión respondió: —Es mi naturaleza.

Tomo de Esopo esta introducción, porque llamó poderosamente la atención a propios y extraños la gratuita predisposición incondicional del líder correísta, al día siguiente de su derrota, a colaborar con sus asambleístas electos con el presidente electo con miras a la gobernabilidad del país. Una puntada con hilo oculta.

Más tarde, el líder del Partido Social Cristiano (PSC) afirmaba con su experimentado pragmatismo político que lo importante no es con quién se vota sino para qué se vota. Posteriormente, el presidente electo ratificaba que su lema de gobierno es el encuentro de todos los ecuatorianos y que por esa razón no puede dejar de conversar y llegar a un acuerdo de gobernabilidad con el 47,64% de los ecuatorianos. Finalmente, su asesor político de campaña declara imperativamente que quien no esté de acuerdo en el PSC con estos acuerdos que se vaya.

No es la primera vez que la composición de las fuerzas legislativas no corresponda al porcentaje del voto popular obtenido por el Ejecutivo, ni que la solidez de una bancada legislativa sea permanente por más numerosa que sea. Una cosa es la elección de legisladores y otra la de presidente. La bancada correísta de 49 legisladores no representa al 47,6 de los ecuatorianos.

Existen en la Asamblea fuerzas legislativas de diversos tamaños, ajenas al sumiso mandato corruptor de su líder, que mantienen diferencias políticas, patrióticas y serias con el próximo Gobierno, así como mecanismos democráticos limpios de colaboración por medio de los cuales puede atraérselas para ser participes de su programa, que sugerido y modificado por el aporte patriótico de ellas, otorgue al Ejecutivo la gobernabilidad a la que también la mayoría de ellas aspiran, y que estarían dispuestas a concertar con el Ejecutivo conforme principios transparentes proclamados por el presidente electo.

No sería nada extraño que la oferta inicial del líder correísta, conociendo la naturaleza del ofertante, lo que encierre sea su velado y deliberado objetivo de desprestigiar ante la ciudadanía la palabra del presidente electo de su combate indeclinable a la corrupción que él representa. Es tan deleznable esta cooperación que de darse, no obstante la transparencia con la que pueda concertarse, flotará en ella la duda ciudadana, a cuyo beneficio no debe ni puede arriesgarse el presidente electo, pues la certeza de la picada del escorpión y de su veneno siempre estará presente en la mente ciudadana y, cuando en su momento, por su propia naturaleza se lo inocule, el costo político-social será muy alto y pagadero por todos los ecuatorianos. El presidente electo no es un novato en la política, es honesto e incapaz de un pacto faustiano. Confiamos en que sabrá cómo obtener la gobernabilidad que necesita su gobierno. (O)