La confluencia de tecnología y finanzas ha llevado al desarrollo del nuevo paradigma de finanzas descentralizada (DeFi), en el cual los productos y servicios financieros son accesibles de una manera pública y descentralizada gracias a la tecnología de blockchains (cadena de bloque) y el consiguiente desarrollo de las criptomonedas, como el bitcoin.

La primera y principal criptomoneda desarrollada con base en el blockchain es el bitcoin. Esta moneda no solo actúa como un medio de cambio, sino que se ha convertido en un activo financiero cuyo valor ha pasado de $ 0 hasta $ 63.500 en abril del 2021, pero con una alta volatilidad debido en parte a su limitada regulación. Además, el bitcoin, por sus características de anonimato y descentralización, ha sido la moneda preferida para lavado de dinero, transferencias ilegales de dinero y para ocultar comisiones de funcionarios corruptos.

El prospecto de una criptomoneda a nivel nacional se puede observar en China, que ha invertido importantes recursos en el desarrollo del yuan digital esperando que el yuan supere al dólar como la moneda oficial en el comercio mundial, especialmente en el Asia y en los países en desarrollo.

El desarrollo de una moneda digital nacional puede jugar un rol muy importante en países latinoamericanos con sistemas financieros y tecnológicos sólidos, dado que facilita el acceso al sector bancario para un sector muy amplio de la población, el desarrollo de un sistema de pago rápido y eficiente y la limitación de las monedas digitales privadas, como el bitcoin. Estos argumentos son menos fuertes si se considera que los sistemas de pagos internacionales se han vuelto sumamente eficientes.

La adopción de una moneda digital oficial también representa un gran riesgo para el país que la implemente, ya que puede originar mayor inestabilidad del mercado financiero, se pierde la privacidad de las transacciones en papel moneda y el Estado puede tener un mayor control de las asignaciones crediticias. Su implementación requiere la confianza de la población y de la comunidad financiera. La falta de esta confianza alimentada por la profunda crisis económica y el riesgo de que el gobierno la usara como otro mecanismo de control y financiamiento de sus actos de corrupción fueron los principales factores que impidieron que el petro venezolano fuese aceptado como una moneda digital. Por esto, la decisión del presidente Bukele en El Salvador de usar al bitcoin como su moneda oficial desde septiembre de este año representa un reto importante para el país dado los significativos recursos computacionales, energéticos y de control que esta iniciativa implica.

Considerando la gran volatilidad y a la vez el potencial de un alto retorno de las criptomonedas, los países e inversionistas latinoamericanos podrían estimar incorporar las monedas digitales en una pequeña proporción de sus portafolios de inversión. La adopción de una moneda digital a nivel nacional es todavía una decisión de alto riesgo cuyos beneficios no están claramente demostrados. Además, requiere una sólida base financiera, tecnológica y de control que apoyen la implementación de esta moneda. (O)