Largo es el historial de dictadores en América Latina: Trujillo, Batista, los Somoza, los Duvalier, los Castro, Strornner, Videla, Pinochet, etc., y, los más recientes: Chávez, Maduro, Ortega, Morales y Correa, algunos de esta especie quieren volver al poder dispuestos a quedarse eternamente, seguramente para completar el saqueo. Muchos de los nombrados están sepultados en el tacho de la basura de la historia.
Los dictadores mantienen controlada la prensa libre, las fuerzas del orden, la justicia; persiguen implacablemente a sus adversarios; aplican el terror y la propaganda. Estos déspotas mesiánicos, justifican su permanencia indefinida en el poder porque se creen imprescindibles y no pueden dejar “inconclusa su obra”.
En nuestro país, las elecciones presidenciales de 2021 el supuesto candidato era Andrés Arauz; igual en 2023 y ahora 2025 la imagen es Luisa González, pero en la promoción electoral aparece Rafael Correa, los miembros del Consejo Nacional Electoral jamás se pronunciaron, un sentenciado no puede ser parte de la campaña electoral.
Antes de las elecciones anticipadas, obligadas por la “muerte cruzada” y ahora en este proceso, ese sentenciado nunca dejó de conspirar, ahora sigue en primer plano en una campaña feroz, sin descanso, su objetivo: “hasta la victoria siempre” y “recuperar la patria”.
Exactamente sucedió en Argentina, Juan Domingo Perón estaba impedido de volver a Argentina; en el retorno a la democracia, durante la campaña electoral de 1973, el candidato peronista Héctor Cámpora, en la propaganda: murales, afiches, pancartas, etc., siempre aparecía en segundo plano, las figuras que resaltaban eran Perón y su esposa fallecida Evita, las consignas eran “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y “Perón y Evita: la patria socialista”, ambas consignas mostraban que Cámpora era solo un títere. Cámpora ganó las elecciones y asumió la presidencia el 25 de mayo de 1973 y renunció el 13 de julio, ejerció el poder 49 días, su renuncia concertada era para dar paso a elecciones anticipadas en las que ganó Perón y su binomio, su segunda esposa María Estela “Isabel” Martínez, el resto es historia conocida.
Las masas ciegas, incorregibles, por desgracia, son obsecuentes con sus propios sicarios. No importa el daño que hayan hecho al país los hábiles seductores de las masas irredentas, los prestidigitadores de la política, los mesías que prometen arreglar todo. Un grafiti aparecido en un muro de Buenos Aires, lo decía todo: “Puto y ladrón, queremos a Perón”, somos pueblos amnésicos, parece que practicamos el sadomasoquismo, posteriormente en periodo del corrupto kishnerismo apareció otro grafiti: “ladrona y cretina, queremos a Cristina”.
Para variar, transcribo una anécdota atribuida al célebre escritor argentino Jorge Luis Borges. Un transeúnte en una calle de Buenos Aires se ofreció ayudarle a pasar la calle y coloquialmente le dijo: “Disculpe maestro, pero le tengo que advertir que soy peronista”. Con una sonrisa bienhumorada este repuso “¡No se preocupe, joven! Yo también soy ciego”. Esta anécdota se podría traspolar al Ecuador y el comedido podría decir “soy correísta”. (O)