Lo anticipaban J. Naisbitt y P. Aburdene en Megatrends 2000 (1990): las mujeres constituirían la nueva fuerza social, laboral y política mundial. Al 2000, serían la primera generación con carreras y trayectorias para ser directoras o senadoras. Otras megatendencias incluían la bonanza económica y científica, el renacimiento de las artes y culturas, el socialismo de libre mercado, la privatización del Estado benefactor, el desplazamiento de la zona Atlántica al Pacífico, la era biológica y la sociedad del conocimiento.

En el artículo “¿El patriarcado domina hoy?” (Ventanales, 2022), Juan de Althaus señala el creciente rechazo al patriarcado como sistema familiar y régimen político. El discurso que establecía las reglas del funcionamiento familiar y social; organizaba los goces en los vínculos sociales (la tradición judaica, el pater familias romano, el cristianismo); y operaba con “la lógica masculina del conjunto universal para todos, que la excepción encierra” (la femenina no constituye un conjunto cerrado), se ha desmoronado desde la Revolución francesa, la crítica de la ciencia y la expansión capitalista, arrasando mitos y tradiciones.

Aunque quedan restos del patriarcado político, sostiene De Althaus, lo que gobierna es otra versión del padre, “la per-versión (…) objeto de consumo producido exponencialmente por la tecnociencia y el mercado, indiferentes al vínculo social”. De ahí tanta violencia contra las mujeres, asumidas como objetos de goce “ante la impotencia fálico-simbólica del varón hipermoderno en decadencia”. Afirma que las dictaduras patriarcales de Venezuela, Cuba y Nicaragua, caricaturas grotescas de regímenes monstruosos (nazismo, estalinismo), imponen en los pueblos “la pobreza del deseo individual para forzar una servidumbre generalizada y silenciosa”. De allí parte el cuestionamiento femenino, desde Olympe de Gouges a Flora Tristán, pues su posición es rebelde ante los universalismos y totalitarismos: “Es esa singularidad la que está a la vanguardia del acontecimiento social y político en el siglo XXI, para lo cual es indispensable la libertad de palabra y el Estado de derecho democrático”.

De ‘autócratas del siglo XXI’ que promueven el populismo, la polarización y la posverdad tildó el escritor Moisés Naim a Bolsonaro, Trump, Putin y Maduro, entre otros, en entrevista reciente con A. Oppenheimer. Y en diálogo con J. Bayly sobre la invasión a Ucrania, el escritor José Venegas expresó que Putin no concibe un mundo moderno que avanza en términos de tolerancia. Su discurso antigénero vende la idea de que Occidente es una zona afeminada que necesita del macho matón para poner orden, olvidándose de Adriano, Alejandro Magno o Alan Turing. Para Venegas, los cambios del siglo ocurren por encima de la discusión política y necesitan respaldarse en el imperio de la ley.

La mayoría femenina en el gabinete del presidente Gabriel Boric; la etnia matriarcal china Mosuo; el Confederalismo Democrático del Kurdistán (democracia sin Estado, sostenido principalmente por mujeres y jóvenes) nos hacen pensar, como concluyó Venegas, que al siglo XXI no lo encontraremos en la Biblia. (O)