Benji es el académico y doctor Benjamín Rosales Valenzuela, quien ha publicado un libro intitulado La balsa ancestral del Pacífico americano, que contiene su tesis doctoral y parte de sus investigaciones sobre las balsas en que navegaban por el océano Pacífico nuestros antepasados Huancavilcas y Manteños y las difundió la civilización Valdivia por estos parajes incluyendo el norte del Perú. El libro es fruto de sus trabajos de varios años, consultando archivos y documentos en los principales museos del mundo, en los cronistas de Indias, haciendo entrevistas, fotografías y dibujos para el mejor entendimiento del lector.
La balsa era construida con palos de balsa que llegaban a medir hasta 25 metros, según el sabio Humboldt, en forma de una mano con el dedo medio más largo para hendir mejor las olas. Los palos estaban fuertemente atados con cabuyas, y sobre ellos construían una caseta de caña guadúa para llevar mercancías, descansar y resguardarse de las inclemencias del sol y la lluvia. La cubierta era de bijao. Estas balsas surcaban el océano y llegaban hasta México aprovechando las corrientes marinas y el viento. Usaban velas cuadradas. El secreto era el uso de “guaras”, unos tablones de madera dura que se introducían en el mar, entre los palos de balsa y le daban gran estabilidad para navegar incluso a la orza, contra el viento. Las guaras eran a correspondencia de la punta de la proa, desconocidas por otras civilizaciones. Copio una definición: “Para maniobrar grandes balsas de fondo plano y hacerlo con alguna eficiencia, debieron inventar el uso de tableros o guaras, que introducidas verticalmente entre los troncos producen resistencia al agua y evitan que las embarcaciones derrapen demasiado con el viento y se haga imposible direccionarlas. Esta tecnología indígena es la que más sorprendió a marinos europeos…”. Pág. 386 del libro.
Grande fue la sorpresa del piloto Bartolomé Ruiz, adelantado de Pizarro, al encontrar una balsa que navegaba airosa por ese “misterioso mar no descubierto por ningún navegante todavía”, con su vela cuadrada henchida por el viento.
Comerciaban productos agrícolas, pescado seco o fresco, tejidos de algodón, las famosas conchas Spondylus, una gran variedad de cosas. Para regresar aprovechaban la corriente cálida de El Niño.
El libro de Benji nos permite conocer el avanzado nivel de la tecnología de nuestros antepasados. Para construir sus balsas debían haber conocido las propiedades de los elementos materiales: La flotabilidad del palo de balsa, la flexibilidad de la cabuya, la técnica de los telares para elaborar las telas de las velas. Sabían fundir elementos metálicos a partir del cobre, el estaño y el arsénico. Eran orfebres de oro, plata y piedras preciosas como la esmeralda. Conocían las corrientes marinas, la influencia de los vientos, la posición de las estrellas para navegar por las noches. Eran astrónomos sin telescopio. Como los polinesios. Galileo lo diseñó en 1609.
Jenny Estrada lo precedió en estas investigaciones, con su libro La balsa. Este libro de Rosales nos amplía el horizonte y nos permite sentir orgullo de nuestros libérrimos antepasados huancavilcas. (O)