El Gobierno no puede volver a zona de confort luego de haber estado a punto de caer hace dos meses. Las pedradas han seguido zumbándole la cabeza, catapultadas por las denuncias de corrupción del caso Danubio. A fin de calmar los ánimos, se ha visto obligado a eliminar las asesorías ad honorem cuya designación fue un entusiasta error. Sin embargo, el tema tiene que ser analizado con cautela para que no sea una mera cortina de humo de corruptelas pasadas que aprovechan para remover su estrategia de impunidad.
Lo cierto es que la fiscal Salazar ha reconocido en su comparecencia parlamentaria que la denuncia provino originalmente de la directora de Aduanas a quien se ha terminado haciendo cargamontón. Lo deseable es que la investigación continúe y se conozca la verdad sin tapujos.
Entre tanto, una encuesta da al presidente Lasso una aceptación de 25 %, 46 puntos menos que su tope. Un indicador que se torna crítico en momentos de anunciar una consulta popular. El mismo sondeo da cuenta de que el 80 % de los ecuatorianos juzga que la situación es mala, sin optimismo respecto a su mejora.
En el ámbito internacional tampoco hay una lectura favorable. Que el riesgo país se mantenga encima de 1.400 puntos es una señal inequívoca de que los organismos multilaterales y banca de inversión desconfían del desempeño de la economía.
Preocupa el efecto ‘burbuja’ que ha sido admitido recientemente por el canciller Holguín, respecto a la eventual desconexión de quienes ejercen el poder con las expectativas y demandas insatisfechas de la población; más aún, con quienes votaron mayoritariamente por la opción de cambio.
El sentimiento apunta a la necesidad de elevar el desempeño del equipo gubernamental, dotándolo de una renovada visión estratégica. Hace falta una autocrítica rigurosa para reforzar la capacidad del liderazgo del mandatario, proyectando sus ejecutorias a otro nivel. Hay la sensación de que el programa de gobierno sigue preso de un burocratismo asfixiante, donde el correísmo manda con el objetivo protervo de hacerlo fracasar.
La chapuza en el manejo de la terna de superintendente de bancos revela que se requiere de una mayor veteranía en los tejemanejes políticos. Si así es con lo sencillo qué se puede esperar de lo más complejo, como, por ejemplo, neutralizar un levantamiento indígena antes de su estallido.
El espectro de Macri sigue rondando los pasillos de Carondelet como una señal de advertencia ante una esperanza frustrada. La mayoría que votó por Lasso lo hizo pensando en que permitiría romper el círculo vicioso de la política ecuatoriana personificada, pero al cabo de 15 meses la corazonada es que va perdiendo el pulso con el correísmo y la oposición. La perspectiva de las elecciones de mitad de periodo no es para nada favorable al régimen que se encamina, inercialmente, a una derrota irremediable.
El cambio de rumbo es un clamor general que tiene que ser procesado madura y serenamente por el jefe de Estado. Con criterio patriótico tiene que reaccionar esforzándose para cambiar una marea que amenaza arrastrarlo con fuerza incontenible. (O)