En Guayaquil estamos viviendo entre la plaga de la cochinilla algodonosa (Planococcus citri), que está chupando la sabia a los gigantes árboles de samán (Samanea) y otros hasta secarlos y matarlos, y la plaga delincuencial, que está infectando y asesinando a los ciudadanos. Las causas son análogas: indolencia de gobiernos locales o nacionales, anteriores y actual; incompetencia en el tratamiento o posible solución; débil liderazgo para lograr una acción común o minga, escasa disponibilidad de recursos económicos; y, sobre todo, la general distracción ciudadana en los conflictos o chismes generados por ciertos actores políticos codiciosos del poder. La solución está en resolver las causas.

La cochinilla hace la diferencia entre Guayaquil y el país, pues las causas se ajustan a la nación afectando la conciencia, carácter y psiquis nacional, sin que se ejecuten las soluciones enunciadas en promesas políticas demagógicas. La causa que más afecta es el conflicto político que ha transformado al Estado en ingobernable, inseguro e injusto, lo que nos sumerge más en la pobreza y desconfianza de sociedades inmersas en el contexto internacional. ¿Quién deseará venir a Guayaquil y el Ecuador a invertir, residir o hacer turismo si estamos infectados por la terrorífica plaga delincuencial?

Asistimos anticipadamente a elegir presidente y asambleístas, resultado de “la muerte cruzada” decretada por el presidente de la República, que disolvió la Asamblea y se suicidó políticamente. Lo más incoherente es que nuevamente la mayoría de los asambleístas depuestos regresan elegidos por los ciudadanos sin memoria. Lo más increíble fue el cobarde asesinato del excandidato Fernando Villavicencio, días antes de las elecciones, en medio de supuestos anillos de seguridad articulados por la Policía Nacional y vulnerados por los sicarios. Lo más complejo es entender como capturan al supuesto gatillero y luego muere, detienen a unos colombianos con cédulas ecuatorianas sin que se esclarezca su participación, el presidente pidió apoyo al FBI y hasta el momento hay silencio.

El resultado de la elección presidencial ha dejado para el balotaje a la candidata por el movimiento Revolución Ciudadana, Luisa González, y al candidato por la alianza Acción Democrática Nacional (ADN), Daniel Noboa. Ojalá el odio de ciertos políticos no se incremente, especialmente de quienes gobernaron por varios periodos y viven cómodamente en países no socialistas, pero eruditos expresan que los países y sistema socialista-comunista es su sueño e ideal. Cabe mencionar que las organizaciones criminales seguirán aprovechando el odio político e intensificarán las acciones de terror, incrementando la reacción en cadena de pánico, incertidumbre y parálisis a los ciudadanos y su fuerza laboral, acentuando la pobreza y el caos.

El tiempo que nos queda hasta elegir al nuevo presidente de la República debemos contribuir a mitigar las plagas de la cochinilla y la delincuencial; e identificar a los políticos cochinillas, cuyo interés es chupar recursos, para no equivocarnos otra vez. Apliquemos los refranes populares ¡La esperanza es lo último que se pierde! ¡Cuídate que te cuidaré! (O)