En 2007 Naomi Klein publicó su bestseller La doctrina del shock, arguyendo que los llamados “neoliberales” solían aprovechar las crisis para implementar reformas radicales de shock. Realmente, este libro era un intento poco sofisticado de ensuciar al liberalismo asociándolo con dictaduras. Sí, es cierto que las crisis proveen a los políticos oportunidades para implementar grandes cambios, pero también sirven de excusa para postergar reformas. El Ecuador de los últimos años es un ejemplo de lo segundo.

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En 2016, ya en crisis fiscal muy a pesar de haber gozado de la segunda y mayor bonanza petrolera en la historia del país, el gobierno de Rafael Correa utilizó el terremoto en Manabí como excusa para aumentar impuestos. En ese entonces se sugirió constituir un fideicomiso para administrar los ingresos adicionales y asegurarse de que no fuesen desviados de su propósito intencionado. El gran líder se opuso. En la práctica, esos fondos fueron utilizados como caja chica del Gobierno central y fueron objeto de múltiples denuncias de corrupción.

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En 2020 llegó la pandemia del COVID-19. Ecuador continuaba en crisis fiscal y apareció una nueva excusa: había que gastar más en salud. También había que “descorreizar” el Estado priorizando las reformas políticas antes que las económicas. Entonces Lenín Moreno, al igual que Correa, aumentó impuestos. Para 2022, 51 de 56 casos de corrupción en hospitales públicos durante la pandemia seguían en investigación.

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En 2021 se empezó a instaurar la excusa de la seguridad. El Estado se encontraba dando una lucha contra el narco y nos dijeron que no había que escatimar recursos. Entonces, nuevamente, la crisis de seguridad sirvió para justificar todavía otro aumento de impuestos. Asimismo, el gobierno de Daniel Noboa aumentó impuestos para continuar el combate. Esta excusa estará con nosotros probablemente mientras dure la violencia relacionada con el crimen organizado. Sin embargo, esperando recaudar $ 1.306 millones adicionales en impuestos, el Gobierno solo asignó alrededor de $ 214 millones de gasto adicional en seguridad para 2024. Encima, hasta junio de este año solo se había ejecutado el 41,25 % del presupuesto del Ministerio del Interior, solo el 1,85 % del presupuesto del Ministerio de Defensa y apenas 0,26 % del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).

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Tanto los fenómenos naturales como una pandemia global y las organizaciones criminales transnacionales están en gran parte fuera de nuestro control. Claro que se puede estar mejor preparados para enfrentarlos si se tienen más ahorros, pero para eso es necesario primero haber crecido de forma sostenida para haber llegado a ese nivel de riqueza. Los políticos parecen olvidar quién les da de comer y están más enfocados en financiar al fisco, incluso si en el proceso cargan al resto con un peso que no permite crecer lo suficiente como para salir del hueco heredado de la larga noche del socialismo del siglo XXI. Recordemos que es el sector privado el que genera la riqueza, el sector público gasta parte de esta y usualmente con laxitud. Dejemos de permitir que el sector público continúe destruyendo capital y obstaculizando el crecimiento económico. (O)