En un lienzo al olio titulado Los mulatos de Esmeraldas, que hay en el Museo de América en Madrid —que forma parte de la colección del Museo del Prado— realizado por el pintor indígena Andrés Sánchez Gallque, se representa a Francisco de Arobe y sus dos hijos vistiendo capas españolas, con adornos indígenas, sosteniendo lanzas africanas. Se muestra pictóricamente a las tres culturas: Europea, Americana y Africana, y también el sometimiento a la Corona de una parte de la población cimarrona. Es una pintura al estilo manierista, única en su contexto no solo por su calidad, sino por su temática.

En La Prensa del 12 de octubre de 2013 de Nicaragua, publiqué un artículo titulado: La presencia de la raza negra en América. Allí menciono la traída a Nicaragua de un esclavo negro llamado Andrés Mangache que logra escaparse con una indígena nicaragüense, organizando una sociedad conocida como la de los Mangaches.

Miguel Cabellos de Balboa, menciona a un navío Español proveniente de Nicaragua, que arriba a la bahía de San Mateo, en la provincia de Esmeraldas al noroeste del Ecuador.

A su llegada, Andrés Mangache se escapa. Trae una india, posiblemente de la etnia de los nicaraos o que podría haber sido chorotega, matagalpa o rama.

La india nicaragüense dio a luz, en la tierra de Dode —donde el cacique Chilindaule les concedió asilo— , a dos hijos: Juan y Francisco. Juan mantuvo el apellido Mangache y Francisco es más tarde bautizado, como Francisco de Arobe.

En 1553, llegan a las Esmeraldas otros negros provenientes de Panamá, que aprovechando el naufragio de la nave ocurrido en la Ensenada de Portete, logran también huir. Entre estos está Alonso Ilescas.

Los Mangaches y los Ilescas se disputaban la hegemonía y control de los nativos de las provincias de las Esmeraldas.

Los conflictos fueron superados años más tarde gracias a que Juan Mangache se casa con una hija de Ilescas.

Los Mangaches se asentaron en la bahía de San Mateo, al norte y los Ilescas en el Cabo Pasado, al sur.

Francisco de Arobe siempre se mostró complaciente con los españoles y colaboró con los naufragios que sucedían. Fue conocido en esa región como “Capitán San Mateo”. En 1578, se dejó bautizar y permitió la edificación de una iglesia en la bahía San Mateo.

El palenque de los Ilescas fue llamado Reino de los Zambos. Fue un enclave territorial invencible, donde lograron mantener su autonomía por un tiempo.

Cabellos de Balboa en 1577, fue comisionado para reducir a la cristiandad a los indios y negros de Esmeraldas y para abrir un camino, entre el centro de las autoridades españolas en Quito y la costa del pacífico.

Los Ilescas siempre pusieron resistencia a la penetración española. Sin embargo, con la llegada de un nuevo oidor, Juan del Barrio Sepúlveda, en 1596 se cambia la política de conquista, utilizándose en vez de la guerra, la palabra y la religión para controlar la región.

En 1598, el misionero Gaspar Torres junto a otros indios llegaron a Quito para ayudar en la reducción de las Esmeraldas. En 1599, Francisco de Arobe con sus hijos: Pedro y Domingo, caciques principales, llegaron también para certificar su lealtad y colaborar en la pacificación. Según autos de la Secretaria de la Real Audiencia, Arobe sus hijos e indios dieron paz y obediencia al rey.

Mediante un documento denominado Real provisión de perdón y seguro para Ilescas, las autoridades dieron respuestas a las peticiones anteriormente negadas al líder negro. Los Ilescas decidieron acercarse a las autoridades.

Esta pacificación quedó plasmada en la pintura de Sánchez Gallque, enviada al rey Felipe III.

Obsequio que representa a los nuevos súbditos: tres cimarrones (de origen afro-nicaragüense) que como demuestran sus sombreros en las manos, reconocieron la autoridad del monarca.

Alonso Ilescas es considerado el mayor héroe de la libertad afro ecuatoriana. En 1977, el gobierno ecuatoriano lo reconoce como héroe nacional.

Francisco de Arobe junto a sus hijos —descendientes de un negro cimarrón y de una indígena nicaragüense—, lograron el acercamiento deseado por los españoles, ayudando a consolidar la región.

Paz que facilitó el camino para civilizar y cristianizar a nuestros aborígenes, que al igual que la controversial Malinche, servirían de puente para la conquista española. (O)