Debemos estar conscientes de que como Estado vamos perdiendo autonomía y soberanía, estamos inmersos en la globalización y disputa por la hegemonía para liderar un orden mundial. Influyen dos factores: el interno, de permanente debilitamiento por autogobernarnos; y externo, de constante fortalecimiento de los organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales (ONG). Todos demandan una burocracia tecnócrata, dinero y lobby o grupo de presión para impulsar sus proyectos; siempre dicen ser sin fines de lucro y con fines sociales: ¡mentiras!

¿Están aptos para gobernar?

Vivimos un proceso para elegir presidente y asambleístas. Se aprecia que debilitan nuestro Estado los que dicen llamarse partidos o movimientos políticos sin ideología, sin una estructura orgánica de personas capacitadas, con el norte de sobrevivir otro proceso electoral, y para no desaparecer prestan el nombre o se asocian con aventureros o destacados personajes con influencia de imagen, oratoria agresiva en ofrecimientos u otra cualidad, menos la de un político estadista.

No se distingue entre quienes dicen representar a la derecha, como conservadores, nacionalistas, tradicionalistas, antiprogresistas o liberales, de los que manifiestan simbolizar a la izquierda, como socialistas, comunistas, progresistas o indigenistas. Sin embargo, se proclaman democráticos, ecologistas, salvadores, anticorrupción y sanadores de la conciencia nacional. Están lanzando intensas propagandas populistas en radio, televisión y redes sociales, que hacen recordar la narración de Orson Welles (1938) de una adaptación de la novela La guerra de los mundos, que hizo movilizar a los radioescuchas con el afán de salvarse de los extraterrestres.

Respeto a la ley

Al final de la II Guerra Mundial nacen organizaciones internacionales con el propósito de mantener la paz y seguridad, mejorar la economía, proteger el ambiente y elevar los derechos humanos al nivel de Dios. Algunas con siglas conocidas, como la ONU, CIJ, Unesco, FAO, OIT, OMS, FMI, BM, OEA, OMI, IDH, etc., generan políticas que los Estados deben incluir en su Constitución, transformando el concepto de soberanía dentro del territorio en relativo.

En el mundo aumentan las oenegés; estas presionan a los Estados débiles; basan su legitimidad en la propaganda, dineros de Estado, donaciones confidenciales de filántropos, expertos en DD. HH., educación inclusiva y ecologistas. Un ejemplo es el famoso canje de nuestra deuda externa por naturaleza, que cede a una fundación privada, creada en un paraíso fiscal, la administración de los recursos que obtenga en nuestro nombre y el control de las reservas marinas Galápagos y Hermandad. Además, élites ecologistas lograron introducir dos consultas populares: la no explotación de petróleo en los campos ITT y de la minería en el Chocó Andino.

Sociedades débiles

Con la incertidumbre de la elección de presidente y asambleístas, las dos consultas ecológicas, el permanente lobby y presión de las oenegés internacionales y el logro de las élites ecológicas de crear un fideicomiso privado para administrar y controlar áreas marítimas en Galápagos: ¿cómo no decir que nos debilitamos y perdemos autonomía y soberanía? (O)