En un didáctico programa televisivo de reciente data se difundió el avance del cultivo orgánico de vegetales en la solariega urbe guayaquileña, pudiendo constatarse la diversidad de colores de suculentas hortalizas, manifestando la importancia y valoración de los colores de frutos y plantas dentro de una alimentación sana, en la satisfacción de las necesidades alimentarias de verduras de cuando menos de 400 gramos diarios, incluyendo frutas, mientras el país registra solo la mitad de ese requerimiento.

La urbe ha implantado una red hortícola auspiciada por la Dra. Cynthia Viteri Jiménez, alcaldesa de Guayaquil, dentro de un programa de masificación citadina que suma a las parroquias rurales, abatiendo el erróneo criterio de que la ciudad no es un medio idóneo para hacerlo, sabiéndose que el 15 % de alimentos que nutren al mundo proviene de la agricultura urbana practicada por diligentes comunidades ubicadas en sitios cercanos o remotos de la población, constituyéndose en un aceptado mecanismo de convivencia, de terapia individual y colectiva, elevación de autoestima y maravilloso aporte de mano de obra.

El beneficio que proporcionan las frutas y hortalizas tiene mucha relación con la coloración de su corteza y pulpa, convertida en una práctica etiqueta indicadora de las bondades nutritivas por su particular tonalidad identificadas con el carácter nutricional, no siendo suficiente degustar las cinco porciones mínimas aconsejadas, sino que deben alternarse las raciones con diferentes colores; cuando se excede continuamente la cantidad a degustar puede desbalancear el equilibrio al que se aspira, habiéndose reportado cambios en la pigmentación de la piel como resultado de acudir en demasía a la zanahoria, portadora de betacaroteno vinculado con la tonalidad amarilla.

El color verde de la naturaleza, infaltable en lechugas, fréjol, espárragos, coles, apios o brócoli son complementos de un plato principal, indicativo de un alto contenido de un potente antioxidante denominado luteína, además de potasio, magnesio, calcio, la indispensable fibra, vitaminas como C y K y el necesario ácido fólico, presente siempre en las prescripciones para embarazadas; en cambio, el tono anaranjado señala la existencia de carotenos y carotenoides, auténticos precursores de la tan necesaria vitamina A, todos fortalecen las autodefensas del organismo e influyen en la salud visual, de la piel y mucosas. Radica en los cítricos, melones, calabazas, zanahorias y otros.

El amarillo del banano maduro contribuye a mejorar la situación cardiovascular, el sistema inmune y la piel; cada coloración de frutos y vegetales tiene un aporte vitamínico inocuo, superior si tiene su origen en cosechas sin uso de químicos como las que impulsa la Dirección de Vinculación con la Comunidad, de la municipalidad porteña, según destacó la instructiva presentación televisiva antes aludida.

Es destacable que, con motivo de la celebración del día del control de la diabetes, se haya divulgado por diversos medios la conveniencia de incluir en la dieta diaria el consumo de hortalizas perfectamente cultivables en el entorno citadino. (O)