Durante el proceso de enjuiciamiento al presidente Guillermo Lasso se ha notado que las resoluciones importantes en contra del primer mandatario se han adoptado por la mayoría de un solo voto, lo que me ha hecho recordar algunos de los muchos asuntos transcendentales de la historia que se han adoptado por el estrecho margen de un solo voto.

Así, el presidente estadounidense Andrew Johnson –quien fue el vicepresidente que sucedió a Abraham Lincoln cuando este fue asesinado– no fue destituido por el Senado de los Estados Unidos porque faltó un solo voto para alcanzar los dos tercios requeridos por la Constitución.

En el Ecuador, recordemos que luego de la Revolución Marcista, de 1845, nuestro poeta y jurista José Joaquín de Olmedo perdió en la Constituyente la elección de presidente ante Ramón Roca por un solo voto, lo que movió a Vicente Rocafuerte, quien presidía la Asamblea, a lamentar que se hubiese preferido la vara del mercader a la pluma de Junín.

En el caso actual, la Corte Constitucional alcanzó por un solo voto los seis requeridos para declarar la admisibilidad de la solicitud de enjuiciamiento al presidente de la República propuesto por asambleístas, en el número requerido por la Constitución; hace pocos días, por la falta de un solo voto la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional no pudo cumplir su consigna de negar el juicio político; viéndose derrotado, el presidente de la Comisión clausuró la sesión dejándole a la Asamblea en confusión y luego declarando, contradictoriamente, que del juicio es responsable su defendido el presidente. ¡Qué contraste entre el límpido proceder de la Corte Constitucional y el turbio de la Comisión de Fiscalización que enloda los procedimientos y le deja a la Asamblea en la situación de votar un informe inexistente, no nato! Como ha dicho, públicamente, el autor de estas líneas está en contra de este juicio político por aumentar la inestabilidad del país, pero el nivel demostrado por los contendientes, de lado y lado, es mísero; como es deprimente que todos los días seamos testigos de lo que ocurre en las cotizaciones de la Bolsa de Valores de los votos. El tan condenado Maquiavelo tendría otra vez la razón cuando dijo que el fin justifica los medios.

Con esos defensores, más le convendría al presidente, con un sentido de historia, cumplir su compromiso, tantas veces formulado, de presentarse ante la Asamblea Nacional y encarar a sus acusadores.

Resulta contradictorio que siendo la Corte Constitucional la llamada a declarar la admisibilidad de un juicio político contra el presidente de la República, por expresa disposición de la Constitución, luego sea la Comisión de Fiscalización la que pueda resolver lo contrario. Con el mismo criterio, la Asamblea podría también enjuiciar al presidente por las otras acusaciones que fueron negadas por la Corte Constitucional.

Con esta Constitución no se puede seguir, simplemente no funciona. Pero un cambio siempre es arduo, como le pasa al pueblo chileno, oscilando entre izquierda y derecha. Pero nosotros, en Ecuador, también debemos perseverar. (O)