Renace el interés por la generación eléctrica que dimana del gas natural almacenado en las entrañas del inmenso golfo de Guayaquil, mucho más allá de las reservas probadas del campo Amistad, que ha aportado a la nación cantidades irrelevantes por la desidia e incapacidad estatal estimuladas por intereses creados que priorizan las importaciones en lugar de favorecer la producción de superior beneficio nacional, pues apenas se extraen 20 millones de pie cúbicos de un proyecto para 100, con gasoducto incluido. La expectativa mundial se reactiva luego de la conferencia virtual del experto petrolero internacional, el ecuatoriano Raúl Ortiz San Martín, dictada ante una numerosa concurrencia, el pasado jueves 13 de febrero, desde la ciudad de Houston, bajo los auspicios y aval de la Society of Petroleum Engineers de EE.UU., capítulo Ecuador, que dice del alto nivel y respetabilidad del evento.

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Hace más de un año abordamos este tema cuando se creía que no habría apagones, pero llegaron, causando sinnúmeros contratiempos, fatigas, ansiedad a la población y pérdidas económicas ingentes, luego cuantificadas en el 2 % del PIB nacional y el crecimiento negativo de la nación. El magíster Ortiz plantea concretamente un plan integral para la exploración, producción, generación termoeléctrica de hasta 2.000 MW del potencial gasífero del golfo a través de la entrega de un megabloque, no solo el bloque 6 del campo Amistad sino otros a ser explorados, a una empresa internacional de indiscutible capacidad técnica y financiera que asuma altas inversiones y riesgos, lo cual significaría un ahorro para el Estado de 2.000 millones de dólares al reemplazar gradualmente la importación de 100.000 barriles diarios de petróleo, en los próximos seis años.

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El conferenciante demostró que su propuesta atacaría la crisis energética aún no superada, reduciría subsidios y costos por importaciones de combustibles más contaminantes, eliminaría el contrabando de diésel, desterraría los apagones, daría origen a un polo de desarrollo industrial y de trabajo, abriría la posibilidad para planes de fabricación de fertilizantes y plásticos. El plan tendría que contar con el irreductible compromiso presidencial que haga de él un objetivo de pertenencia que le imprima dinamismo y urgencia. Para que sea exitoso, tendría que ejecutarlo la empresa privada, la estatal ya ha demostrado absoluta incapacidad para afrontarlo, teniendo el estigma que fue cuestionada por todos los pretendientes a la primera magistratura en el debate electoral y el halo de impopularidad y desconfianza, por el manto de corrupción que la cubre, incalificable para un desafío de esta envergadura. Es una proposición fiable, en un ambiente de mayor seguridad que ofrece la zona de ejecución del proyecto y sus alrededores.

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Sería deseable que una versión de la magistral presentación del ingeniero Ortiz sea conocida por los dos finalistas que aspiran a ocupar el asiento presidencial, la revisen a fondo y se comprometan a declararla prioritaria y reivindicatoria, de mucho beneficio económico, conservacionista y un paso firme a la transición ecológica y energética que ambos proclaman. (O)