¿Qué se pondrá en juego, además de destrezas y fortalezas futbolísticas, el próximo noviembre cuando la selección de Ecuador enfrente a la de Senegal en la Copa del Mundo? Aunque ya hemos disputado con Senegal dos partidos amistosos –ambos perdidos–, por mucha planificación deportiva que se halle detrás de los equipos, cada juego es una nueva oportunidad que pone a prueba lo inesperado. Situado en una línea imaginaria frente a Honduras y Nicaragua, Senegal desde el siglo XV ha sido objeto de las ambiciones económicas de potencias europeas como Portugal, los Países Bajos e Inglaterra y, en el siglo XVII, de Francia.

En diversos procesos, a partir de 1959, formando federaciones con países vecinos, Senegal intentó ser una nación independiente, hasta que en agosto de 1960 selló su condición de Estado soberano. Su primer presidente moderno fue Léopold Sédar Senghor (1906-2001), hoy reconocido como uno de los grandes poetas de todos los tiempos. Senghor estudió los nexos de las lenguas negroafricanas con la del Antiguo Egipto y con las lenguas dravídicas de la India. La poesía y las reflexiones de Senghor contribuyeron a consolidar el movimiento de la Negritud como nexo de unidad panafricana.

Senghor conjugó su actividad de profesor, político y poeta de manera permanente. En defensa de la poesía en un mundo enfrentado, en 1954 escribió: “Ha llegado el momento de detener la desintegración del mundo moderno, y en primer lugar de la poesía. Hay que devolver esta a sus orígenes, a los tiempos en que era cantada –y danzada–. Como en Grecia, como en Israel, sobre todo como en el Egipto de los Faraones. Como hoy, en el África negra. ‘Toda casa dividida contra sí misma’, todo arte está condenado a perecer. La poesía no puede perecer. Pues, entonces, ¿dónde estará la esperanza del Mundo?”. Senghor buscó una unidad de la vida con la poesía.

Senghor fue reelegido en tres ocasiones en el cargo de presidente de la República, hasta que en 1980 presentó su renuncia. Como internacionalista buscó fomentar la unidad africana. Aunque de lengua materna serere, desarrolló una política educativa exitosa en defensa de la lengua francesa y logró altísimos niveles de escolarización en su país, propiciando una autonomía política y cultural del pueblo. En 1984 fue el primer escritor francófono elegido para pertenecer a la Academia Francesa. En más de un sentido, los jugadores senegaleses son los descendientes de Senghor que crecieron en un país con una sólida identidad cultural.

No olvidemos que los jugadores también tienen una historia personal, un origen familiar, una identidad social y una formación educativa que también saltarán a la cancha el 29 de noviembre. Por no hablar de ansiedades y miedos. La Copa del Mundo es una oportunidad para valorar las historias de otros países y otros pueblos, por fuera del chauvinismo que ronda al fútbol. Cuando se enfrenten Ecuador y Senegal estos versos de Senghor cobrarán nuevo sentido: “¿A qué campeón, a qué atleta, a qué hombre a caballo podremos cantar?/ ¿Para quién nuestros versos? ¿Qué voces ahora podrá acompasar el tam-tam?/ ¿Para quién la epopeya y la loa?”. (O)