Con un sinnúmero de estudios y estadísticamente se ha comprobado que la correcta elección de una carrera universitaria permite un desarrollo integral como profesional. De la misma manera se ha concluido que mientras mayor sea el nivel de educación asociado a la experiencia, mayores son las probabilidades de encajar en un ambiente laboral con una remuneración adecuada. Rescatemos de esta frase que acabo de acotar la ‘educación’ y la ‘experiencia laboral’.
Por el momento me olvidaré de las estadísticas y la problemática asociada a la educación de los universitarios, como lo son profesores impagos, cursos académicos de 70 estudiantes, falta de recursos informáticos, poca capacitación para entornos virtuales, entre otras. Anteriormente se realizaba la prueba EAES o examen de acceso a la educación superior, y hoy en día se toma la prueba Transformar, la que se basa en medir aptitudes y más no conocimientos. Es decir ya no se evalúa ciencias como las sociales y naturales, literatura y matemáticas, ahora se evalúa el razonamiento numérico, lógico, verbal y abstracto. Las leyes y personas que las emiten creen fundamental al menos conocer la aptitud de un joven de entre 16 a 18 años, antes de que el Estado malgaste recursos y otros jóvenes pierdan la oportunidad de cursar carreras afines a su potencial.
Imaginémonos que este mismo estudiante cursa la carrera que escogió, digamos Ingeniería Mecánica. Al finalizar debe defender una tesis de grado, rigurosamente analizada y calificada por un tutor y un comité, o puede escoger otros métodos de graduación como el examen complexivo. Es decir, al joven de entre 22 y 23 años de edad le sometemos a una prueba de evaluación de conocimientos, destrezas, capacidades y de paso medidos su potencial para inmiscuirse en el mercado laboral. Al joven que se gradúa, una vez que una empresa realiza una oferta laboral, además de los prerrequisitos como la experiencia y cuestiones académicas, se le solicita rendir un examen de aptitudes y conocimientos, para medir su nivel de análisis frente a las tareas que va a desempeñar en la empresa. Si no cumple con lo requerido, la empresa no lo contrata, pues no será un buen trabajador, administrador o líder.
Ahora bien, si usted quiere ser alcalde, prefecto, gobernador, asambleísta, entre otras, no será necesario que rinda ninguna prueba, y menos que pase por las aulas universitarias. Bajo esta perspectiva, ¿tiene alguna lógica que para cuidar un capital privado se deba rendir exámenes en tantas ocasiones y para administrar un capital público no? Porque no solicitamos a las autoridades que desarrollen una ley que obligue a los candidatos a rendir la prueba Ser Candidato o el nombre que se le quiera dar, y de esta manera sepamos que quienes nos desean representar tengan al menos las aptitudes y conocimientos en las áreas de gestión, administración y evaluación de proyectos. También evaluémoslos en su conocimiento del Sercop, de las leyes, para de esta manera tener la certeza de que quien se siente al menos tenga idea de lo que hará y no venda humo. (O)