Una hija le escribe a su mamá y recibe respuestas:

¿Mamá, qué le pasó al Sol..? // Se fue hija, a veces se va...// ¿Y cómo es que se puede ir? // Porque lo tapan las nubes // ¡Ah! Entonces mamá no se ha ido... Sólo está tapado // Es cierto hija mía. Exactamente// ¿Sabes mamá? El Sol, se me parece a la esperanza // Hija, pero la esperanza es un sentimiento y el Sol no // ¡Son parecidos mamá! La esperanza a veces parece que se ha ido también... Y no es así, está tapada con situaciones distintas... Así como las nubes, cuando esos momentos pasan, la esperanza se vuelve a ver (…)”.

¿Lo dicho será cierto con la esperanza, la verdad y la sensatez, en los escenarios del Estado y la política, de la gestión pública y del conjunto del país? Debería serlo.

En los hechos, las preintencionalidades, las distorsiones, las medias verdades son conductas que complican llegar a la verificación de imputaciones y/o de argumentos de defensa. Más aún, traban y propician confusión sobre esfuerzos serios de investigación.

Las dudas y los temores afectan gravemente a la economía interna y a la concreción de financiamientos y otras formas de inversión, por la elevación del riesgo país, a costa de todos los ciudadanos.

En varias ocasiones he escrito en esta columna que en el gobierno de Guillermo Lasso la macroeconomía y los ajustes presentan correcciones y rectificaciones que deben felicitarse, pero en lo cotidiano, en la singularidad de atenciones de salud para las urgencias y en los procesos de atención de enfermedades congénitas, incurables y terminales, imposibles de financiar por familias de bajos ingresos, de que tengan las condiciones de operar con eficiencia y calidad los servicios de educación y otros donde se dan las omisiones que sufren los ciudadanos, y en la atención de pago a proveedores, hay rezagos que deben superarse.

Pero, el que “se va porque se va”, que se complementa con la versión de la asambleísta que expresó que si la Corte Constitucional no viabiliza el juicio político que posiblemente va a requerirse contra el presidente Lasso habría que declararlo en incapacidad mental, ya que “cuando el presidente un día dice una cosa y al otro día dice otra cosa, cuando el presidente se fractura un pie y al otro día está caminando, ¿qué le pasará al presidente mentalmente? (…). Aquí el grave problema es Guillermo Lasso, y hay muchos caminos para deshacernos de ese problema”, sólo envía la señal de pretender caos, porque declarar incapacidad mental de un presidente, de haberla, requiere verificaciones médicas, imposibles de un día para otro, aun cuando todos los asambleístas lo quieran declarar.

Unas líneas finales sobre el 8 de marzo, Día de la Mujer, a la que debe honrarse.

Usted, ¿cómo lo hará? No es el día en que “otros” deben honrar a la mujer, sino que todos los seres humanos debemos hacerlo –y no sólo ese día– en los entornos de lo cotidiano, en los hogares y en los espacios de trabajo y vida, y por su entrega en lo público cuando ha sido su decisión u oportunidad, haciéndolo con responsabilidad. Lo primero respeto, cero imposición, cero violencia. (O)