“Un gran poder viene con una gran responsabilidad”. Al parecer, la expresión fue usada por primera vez por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, poco antes de morir, en 1945. Stan Lee, el autor de historietas de superhéroes y admirador del presidente, puso la frase en labios de sus personajes en su creación más conocida: el Hombre Araña. La invocación del dicho por un edil correísta, en una reciente sesión del Concejo Municipal de Quito, ilustra el vacío de autoridad en el que se debate la capital. El motivo es la conducta del alcalde Jorge Yunda, encausado e investigado por delitos ligados a la corrupción que impera en el municipio capitalino desde hace dos años. Una crisis que empezó desde el momento de su elección: ¿qué representatividad puede tener un funcionario por el que solamente votó uno de cada cinco ciudadanos?

A partir de este origen, Yunda alcanzó tempranamente el nivel de su incompetencia, según el principio de Peter. Tan tempranamente como a los pocos meses de su elección, cuando no apareció liderando la defensa de Quito durante la invasión de octubre de 2019. Desde ese momento, perdió la confianza de los pocos que se la otorgaron, y la sucesión de escándalos y denuncias no ha sorprendido a los quiteños, quienes tampoco han hecho lo suficiente para solicitar su destitución. Convertido en “cadáver político insepulto”, para usar una expresión acuñada por su mentor Rafael Correa, Yunda es un despojo que los concejales correístas pretenden chantar a sus opositores dentro del municipio quiteño. La estrategia de nombrar a un “burropié” y luego deshacerse de él cuando ya no les sirve, clavándoselo al adversario, es análoga a la utilizada por el candidato Andrés Arauz con Lenín Moreno en la reciente campaña presidencial.

La confrontación entre el correísmo y sus detractores ha llegado al Municipio de Quito, por la voracidad de este movimiento político para copar todas las instituciones y funciones de poder que les sea posible. Porque la elección presidencial de Guillermo Lasso de ninguna manera establece el final de esta hidra que campea en el Ecuador desde hace catorce años. Tendremos correísmo para un buen rato, con todas sus características: organización eficiente, ideología proteica, seudoética viscosa y utilitaria, obediencia acrítica, frases hechas y repetidas, confrontación binaria y excluyente y acogida a cualquier organización internacional que apoye sus intereses sin preocupación por sus antecedentes. La emergencia y el sostenimiento del correísmo es un síntoma general de nuestro subdesarrollo y de la atrofia de nuestra calidad de sujetos políticos responsables y deliberantes.

Mi padre trabajó, de manera honrada y técnicamente competente, durante cincuenta años en la entonces Empresa Municipal de Agua Potable de Quito, con orgullo y satisfacción, ascendiendo desde bodeguero hasta el directorio. Piadosamente, no vivió para ver en qué convirtieron su amada empresa en estos dos años. Porque había una época en la que era un honor servir a Quito, cuando sus bravos habitantes se unían para defender a su querida ciudad. Hoy es un negocio servirse de Quito. (O)