Se acercan los nuevos comicios electorales, y alrededor se empieza a levantar la absurda necesidad de ciertos actores políticos de apoyarse de lo que pueden para compensar lo que su poca popularidad les da, aquellos que ni su familia vota por su incipiente y carroñera intención de poder.

A nivel nacional, se empieza a ver cómo las contiendas electorales se basan en atacar, señalar, manipular información muchas veces apoyados de aquellos “medios de comunicación” informales que abren una cuenta en redes sociales y pretenden, a golpe de noticias falsas, escándalos mediáticos, tendencias y morbo, imponerse como comunicadores serios, y muchas veces, también apoyados tristemente de esos medios de comunicación que han vivido del morbo sangriento y el machismo que atraen sus “sexis” días.

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Es hora de entender que la política debe subir de nivel, que la campaña sucia lo único que hace es desmerecer el hecho de que se esté enfrentado a aspirar un cargo público, cualquiera que este sea. Pretender ensuciar el nombre de otro candidato, para posicionar el propio, sin hacer propuestas concretas, sin construir un discurso estructurado o, peor aún, aquellos candidatos que ya ejercieron una función pública, y más trabajó su camarógrafo que ellos mismos, y que ahora pretenden decir que ellos lo harían mejor, cuando evidentemente su trabajo no habla por ellos, esos candidatos en lo único que se convierten es en un sucio en campaña.

La campaña sucia lo único que hace es desmerecer el hecho de que se esté enfrentado a aspirar un cargo público...

Es importante que el electorado, mire a estos candidatos y sus desesperadas artimañas más allá de la noticia “viral” del momento y les obligue a que las propuestas de campaña no dependan de los ataques a otros candidatos para volverse visibles, aquellas prácticas politiqueras no hacen más que aturdir y rebajar el nivel que se debe tener para buscar ser una autoridad.

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Querido lector, usted finalmente es el que tiene el poder de decisión en la pluma con la que marque el casillero de la autoridad a elegir, sin embargo, mi clamor no es por su voto, es por su conciencia electoral, que pesemos en una balanza las propuestas, los logros de los candidatos, sus discursos, sus posiciones frente a las crisis (que en este país son muchas), que vean en los meses subsiguientes su pulcritud discursiva, o su forma de vociferar, que si ya les confiaron un cargo público, ver su desempeño, sus logros, también sus errores y su forma de rectificar, porque nos guste o no, aquello por lo que decidamos, en la consulta, en la elección de autoridades, o en cualquier cosa que requiera la voluntad popular, definirá nuestro futuro, porque son los líderes que van en representación de lo que queremos para un mejor país, una mejor ciudad, una mejor comunidad.

No crea usted, querido lector, que su voto solo sirve para obtener un papelito para los trámites civiles, en nuestras manos está elegir nuestro futuro, nuestro porvenir, nuestros “mejores días” y definitivamente no se los podemos entregar a aquellos que dependen de la sombra de otros para subsistir, porque sencillamente quedará la sombra de un oportunismo, de un error forzado por nuestra desidia, de haber escogido a un sucio en campaña. (O)