Tengo un sueño, que en lugar de repetir como loros “al país se lo saca adelante trabajando” fuéramos al mercado a las cinco a decírselo en la cara al viejito de 70 encorvado bajo quintales de papas y una vida esclavizado a un trabajo que no da ni para jubilarse, a la seño que limpia baños sin seguro de salud ni ahorros, a la campesina que cría cuatro hijos en un cuarto y cobra una miseria por darnos de comer. ¿A qué país se saca adelante así, a uno que “avanza” a lomo de caballo explotado porque su Estado es incapaz de crear condiciones básicas de trabajo seguro y digno?

Tengo un sueño, que el Estado se guarde el tolete y escuche, que la clase media deje de mentirse, que los racistas paren...

Tengo un sueño: la clase media urbana donde padre y madre trabajan catorce horas diarias con el temor constante de perder esa seguridad frágil y mínima construida a pesar de que en las calles te roban, la educación de los hijos es mala o cara, el tráfico insoportable, se ve al espejo y se pregunta si es honesta al repetir “al país se lo saca adelante trabajando”. Tengo un sueño: decimos basta, trabajar no basta. En países con mayor calidad de vida la gente trabaja menos, se jubila aún joven y sana, disfruta el fruto de su labor. ¿Por qué algunos siguen convencidos y predican que la vida es un largo viacrucis de trabajo mal remunerado, condiciones laborales abusivas y precarias? ¿Por qué no exigimos todos a una sola voz un país donde no vivamos sobre la cuerda floja preguntándonos si las opciones del futuro de nuestros hijos serán dealer o migrante?

Tengo un sueño: dejemos de pensar en bandos. “Indígenas violentos fanatizados por un líder manipulador y manipulado” vs “ciudadanos de bien que buscan preservar sus ciudades seguras y bonitas para seguir viviendo su vida descomplicada y ganando sueldos justos por su santa labor”. Mentiras convenientes. No entiendo por qué no está todo el país unido en las calles exigiéndole cuentas al Gobierno, tomándose edificios y avenidas: ¡seguridad, sueldos justos, sistema social sano!

No entiendo porque vivo lejos en un país privilegiado donde se trabaja 8 horas, hay buenas escuelas públicas, seguro de salud universal, calles seguras, apoyo estatal por desempleo. A diario veo eso a mi alrededor y me pregunto, como toda migrante que lleva su país atravesado en el corazón (y tiene derecho a opinar como se le cante, ¿acaso perdemos los migrantes el derecho a amar e interpretar a nuestro país?), ¿por qué la gente hermosa y trabajadora de mi tierra no tiene el mismo derecho a vivir así? Trabajan más, resisten más, se esfuerzan el triple y no reciben ni la mitad. Tienen todo el derecho, es más, la obligación de protestar y exigir líderes que escuchen a todos porque salvo un puñado de ricos nadie en Ecuador puede decir sinceramente ante el espejo: Trabajando se arreglan los problemas.

Tengo un sueño, que el Estado se guarde el tolete y escuche, que la clase media deje de mentirse, que los racistas paren de repetir “indio vago” en versiones menos obvias pero igual de cómodas, ofensivas y perjudiciales. Tengo un sueño: unión, igualdad y justicia, empezando por lo básico: dejar de compartir noticias descontextualizadas y escandalosas por redes sociales y empezar a reflexionar con ojos abiertos y corazones honestos. (O)