Un gremio de agricultores merece respeto y admiración por su constante y decidida defensa de los intereses del sector maicero, en todas las fases que abarca el maravilloso cultivo de maíz, que con el arroz y el trigo conforman la tripleta de mayor incidencia en el mundo, determinantes del abastecimiento alimenticio. En el país campea orgulloso en valles y colinas del Litoral y parte de la serranía, donde las abejas y el viento movilizan su fértil polen a los más lejanos recovecos donde lo capturan ávidas flores deseosas de perpetuar la especie. Se trata de la Federación Nacional de Maiceros, representada por su líder histórico César Herrera Santos, profesional agrónomo completo, porque lo distingue un cúmulo de conocimientos en todos los ámbitos del saber agrícola.

La desaparición de entes estatales que absorbían parte de la cosecha, en los meses picos de una recolección que asoma rauda, requiere ser recibida y secada antes de su almacenaje, caso contrario se pierde, facilita que irresponsables intermediarios adquieran el producto a vergonzosos niveles, tan bajos que no cubren los costos, mucho menos ajustarse al ineficaz precio de sustentación; en esas condiciones, el grupo apreció como solución la exportación directa hacia Colombia, donde la demanda le es favorable por la oportunidad de altas cotizaciones y la superior calidad del maíz amarillo duro ecuatoriano.

Luego de una tenaz insistencia logró la aprobación para la venta de 5.000 toneladas, seco y limpio, que tendrá como destino el país del norte, transadas a través de la Bolsa de Productos, operación en la que César Herrera pondrá en práctica lo que ha venido proclamando hace décadas, que se respeten las normas internacionales en el pesaje, utilizando como unidad el kilogramo y no la libra o el quintal, tanto para el pago a los maiceros como para los compradores, evitando la conversión que perjudica a los campesinos. Se conoce que ya está todo listo para cumplir con la logística que una tarea de esa envergadura significa.

El éxito del trabajo de la Federación dependerá del apoyo irrestricto que reciba de sus propios beneficiarios, al que deben sumarse no solo afiliados sino los agricultores que anualmente laboran en este plantío, fuente de riqueza, mano de obra y ascendente sembrío, que el producto sea entregado en las mejores condiciones de humedad e impurezas, cumpliendo las exigencias del mercado, única salida para que en lo sucesivo se repitan este tipo de acciones favorables a toda la cadena, estimulada por el precio remunerativo y plantar mucho más, aprovechando las excelentes característica de las pródigas tierras ecuatorianas, con lo cual saldrá también favorecida la industria nacional de balanceados.

La lucha campesina continúa para demandar tino a los ejecutores de la eliminación a ultranza de aranceles de importación, pues de desbocarse sin atisbar el futuro de la soberanía alimentaria, en riesgo de ser afectada, desestimularían nuevos cultivos de una simiente que logró duplicar su productividad con tecnología y semillas y a otros como las oleaginosas de ciclo corto, soya, maní, girasol, de enorme porvenir. (O)