El discurso de Óscar Arias, expresidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz, pronunciado el 23 de febrero de 2010 en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, en Cancún-México, tiene dos fragmentos que vale la pena compartir por sus reflexiones para tener claros todos los ecuatorianos que tenemos la obligación de mantener y fortalecer la institucionalidad y la democracia en nuestro país.

“Honrar la deuda con la democracia quiere decir mucho más que promulgar constituciones políticas, firmar cartas democráticas o celebrar elecciones periódicas. Quiere decir construir una institucionalidad confiable, más allá de las anémicas estructuras que actualmente sostienen nuestros aparatos estatales. Quiere decir garantizar la supremacía de la ley y la vigencia del Estado de derecho, que algunos insisten en saltar con garrocha. Quiere decir fortalecer el sistema de pesos y contrapesos, profundamente amenazado por la presencia de gobiernos tentaculares, que han borrado las fronteras entre gobernante, partido y Estado. Quiere decir asegurar el disfrute de un núcleo duro de derechos y garantías fundamentales, crónicamente vulnerados en buena parte de la región latinoamericana. Y quiere decir, antes que nada, la utilización del poder político para lograr un mayor desarrollo humano, el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros habitantes y la expansión de las libertades de nuestros ciudadanos”.

Para desgracia del país, la institucionalidad se ha ido degradando aceleradamente y la democracia está en peligro...

Y para la inmensa mayoría que parece que estamos escopolaminados, debemos leer las palabras premonitorias que pese a haber pronunciado hace 13 años se mantienen vigentes:

Y ojalá también sepan resistir la tentación de quienes les prometen vergeles detrás de la democracia participativa, que puede ser un arma peligrosa en manos del populismo y la demagogia. Los problemas de Latinoamérica no se solucionan con sustituir una democracia representativa disfuncional, por una democracia participativa caótica. Parafraseando a Octavio Paz, me atrevo a decir que en nuestra región la democracia no necesita echar alas, lo que necesita es echar raíces. Antes de vender tiquetes al paraíso, preocupémonos primero por consolidar nuestras endebles instituciones, por resguardar las garantías fundamentales, por asegurar la igualdad de oportunidades para nuestros ciudadanos, por aumentar la transparencia de nuestros gobiernos, y sobre todo, por mejorar la efectividad de nuestras burocracias. Mi experiencia como gobernante me ha comprobado que los nuestros son Estados escleróticos e hipertrofiados, incapaces de satisfacer las necesidades de nuestros pueblos y de brindar los frutos que la democracia está obligada a entregar”.

Para desgracia del país, la institucionalidad se ha ido degradando aceleradamente y la democracia está en peligro; el pueblo llano clama porque le resuelvan los acuciantes problemas de seguridad, salud, educación, trabajo y tantas demandas urgentes. El pueblo está cansado de los males endémicos que viene arrastrando, sobre todo de tanta corrupción e impunidad; a esto se suma que los conspiradores de dentro y fuera del país no duermen, se han convertido en sicarios que tienen la consigna de asesinar a la patria. (O)