¿Recuerda usted haber actuado a contracorriente? Y si lo hizo, ¿quedó satisfecho con las consecuencias?

La mayoría de las reacciones respecto del exabrupto violento protagonizado por Will Smith, en la ceremonia de la 94.ª edición de los Premios de la Academia, es de reproche por considerar su comportamiento como muestra de machismo y sexismo. No ocurrió así con la agresión verbal en forma de chiste que el maestro de la ceremonia, Chris Rock, le profirió a Jada Pinkett-Smith –esposa de Will– al decir que Jada debía protagonizar la secuela de la película G. I. Jane, debido a su estilo rapado.

Tras la broma del comediante sobre la calvicie de Jada, quien padece alopecia, ella hizo un gesto de disgusto y su pareja, en un impulso de ira, con paso decidido subió al escenario, volteó la cara del presentador con una bofetada y volvió a su butaca. Los insultos en seguidilla de Will y la reacción desencajada del presentador, que continuó anunciando los nominados a mejor documental, hicieron evidente que no se trataba de una actuación.

Socialmente, se esperaba que la pareja aceptara la broma y sonriera –si acaso, con incomodidad–, como ocurrió con otros invitados a la gala esa noche que también fueron centro de comentarios burlescos que hicieron reír a la audiencia no aludida.

El incidente permite poner el foco sobre una sociedad que en nombre de “no incentivar acciones violentas” soporta el acoso escolar, laboral y familiar, mientras los avezados se aprovechan de la pasividad de los pacíficos que se contienen confiando en que el reproche social logrará cambiar a los abusadores; pero estos no lo harán porque su estructura mental no valida los códigos morales y éticos y porque existen otros como ellos que conforman audiencias y aplauden al matón de barrio, al que burla la ley, y se sale con la suya.

No celebro la actuación violenta de Will Smith ni su lenguaje exaltado, pero sí creo que cabe reflexionar respecto de si, en aras de un comportamiento deseado pero inalcanzable, vale descuidar la necesaria defensa tanto de la integridad física como de la dignidad, pues sería ilógico suponer que el ser humano va a erradicar de su ADN el reverso de sus virtudes, ya que como lo explica el principio milenario oriental del yin-yang, es la contraposición de fuerzas opuestas y complementarias lo que hace posible el equilibrio dinámico y dual del universo (luz/oscuridad, bien/mal, etc.).

Los tres involucrados en la escena tienen en común hechos que los relacionan en años anteriores y que quizás fueron el motivo que originó las agresiones. Luego del incidente vino el discurso de Will, con lágrimas y a manera de justificación no lograda, al recibir el Óscar a mejor actor por su rol en Rey Richard: una familia ganadora. Con el paso de los días, el tema tomó cuerpo, hubo disculpas de ambas partes y Chris vendió muchas más entradas que nunca para su actuación en público en Boston el pasado miércoles, donde fue recibido con un estruendoso aplauso y solo hizo una breve mención del incidente: “Aún estoy procesando lo que ha sucedido. (…) En algún momento hablaré sobre esa mierda. Y será serio y gracioso”. (O)