Leí que una empresa es capaz de tener como misión “trabajar para reducir el crimen y su impacto en las personas y comunidades”. Se trata de Niacro, una empresa formada para fines que se consideran no comerciales, de Reino Unido.

El principio sobre el que gira su actividad es el acompañamiento, que es vital para el ser humano. De manera natural se tiende a estar acompañado por mucho que el actual ritmo de vida empuje al individualismo: recluidos, en soledad se mira el mundo a través de dispositivos electrónicos y la tendencia sigue siendo buscar compañía en las redes sociales y formar grupo aunque sea por chat. La gente rinde más si trabaja en equipo, disfruta mejor si hace actividades en compañía. Un niño logra mejor desempeño académico si cuenta con alguien que lo guíe en el proceso de aprendizaje, en las tareas y en la comprensión de nuevos conocimientos o habilidades.

Y más destacable aún es que Niacro desarrolla buena parte de sus actividades con voluntarios. La riqueza de contar con voluntarios radica en que estos realizan el trabajo porque realmente están interesados en generar un cambio para bien de la persona a la que le están entregando su tiempo y sus habilidades, conocimientos o experiencias.

Los voluntarios pueden mostrar una amplia variedad de saberes y, además, la empresa les proporciona capacitación, orientación y gastos de bolsillo relevantes para prepararlo y apoyarlo en su función.

Básicamente, los jóvenes voluntarios acompañan a niños, adolescentes o adultos en riesgo, cuya situación en sus hogares los puede empujar a la calle, a delinquir o a consumir sustancias nocivas. Para ellos, que llegue alguien una o dos veces por semana a sacarlos para llevarlos al cine, a una cancha deportiva, que los oriente en la búsqueda de actividades recreativas o formativas, les dará la posibilidad de desarrollar nuevos pasatiempos o habilidades, aumentar su confianza y autoestima y tener a alguien con quien comunicarse en confianza.

Se enfocan en tres segmentos: con los niños y jóvenes su objetivo es ayudar a evitar que desarrollen conductas delictivas o que reincidan. Con las familias buscan apoyar los vínculos entre las personas en prisión y su hogar para reducir el riesgo de reincidencia. Con los adultos, la meta es reducir la delincuencia a través del apoyo apropiado tanto para quienes están en prisión o delinquen desde la comunidad.

En Ecuador, algunas empresas y corporaciones bajo el paradigma internacional de la responsabilidad social destinan en su presupuesto recursos para actividades que apoyen modificar las condiciones de exclusión e iniquidad en que viven muchas personas. Si varios de esos fondos pudieran juntarse, sería posible crear una empresa de prácticas positivas con el aporte de jóvenes voluntarios cuya valiosa compañía se ponga al servicio de prevenir que personas en riesgo sean candidatos fijos para más cárceles o se conviertan en corruptores de la justicia.

Cosa grande sería lograr influenciar a líderes que promuevan el desarrollo de políticas desde empresas que pongan en práctica ayudas estudiadas y medibles para apoyar la reducción del crimen. (O)