El 3 de enero la ambientalista y activista por los derechos indígenas Nina Gualinga convocó a una rueda de prensa para hablar, más allá de la violencia física y psicológica a la que la sometió su expareja, de la batalla que libra desde el 2015 para buscar justicia en las cortes del país.

Este 5 de enero estaba prevista en Pastaza la audiencia preparatoria y evaluatoria de juicio contra quien fuera su esposo. Lo que Nina Gualinga relata es el reflejo de la revictimización a la que se somete a quienes sufren violencia de género; además de la agresión física, deben repetir una y otra vez las escenas vividas ante autoridades, en largos procesos que muchas terminan por abandonar por agotamiento y daño psicológico y otras con peor suerte hasta son asesinadas.

En 2015 Nina Gualinaga puso una denuncia formal en la Unidad de Violencia de la Fiscalía de Pastaza por maltrato físico contra su expareja, y a pesar de que recibió una boleta de auxilio, la violencia no paró.

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Hasta el 2020 el sistema judicial no le respondía. Con 27 años, en ese entonces, escribió una carta decidida a dejar el país. Afirma que con esto no terminó su calvario, porque las amenazas seguían para ella y su familia, por lo que interpuso otra demanda por el delito de violencia psicológica.

Sobre esta última era la audiencia prevista para este 5 de enero en la Unidad de Violencia contra la Mujer, en el Consejo de la Judicatura de Pastaza, en Puyo.

La ministra de la Mujer y Derechos Humanos anunció en la red social X que junto con su equipo están alertas con el caso y ofreció su apoyo, además de exhortar a Fiscalía y a la Judicatura a tratar el caso con urgencia y transparencia. El Consejo Nacional para la Igualdad de Género también anunció que “activó su proceso de observancia” e hizo similares pedidos.

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La justicia debe escuchar y atender con rapidez estos casos. El régimen debe darles oído sin necesidad de que se vuelvan mediáticos. El de Nina Gualinga tiene que ser el inicio y clave para que no se revictimice ni se siga agrediendo a la mujer. (O)