En el Ecuador se perciben dos situaciones respecto de la pandemia de COVID-19. Por un lado es evidente que las muertes y los contagios han disminuido de manera considerable, a tal punto de que se cierran unidades de cuidados de los hospitales que se habilitaron específicamente para atender a los infectados con SARS-CoV-2; y, por otro, se registran nuevos contagios en algunas poblaciones y se llama a seguir manteniendo las medidas de bioseguridad, ya que la pandemia no ha terminado.

La estrategia empleada por este Gobierno para adquirir vacunas anti-COVID-19 en cantidades suficientes y la coordinación entre los sectores público y privado para la aplicación de estas a la mayoría de la población han sido determinantes.

Ya se habla en el país de una probable ‘inmunidad híbrida’ que resultaría de la combinación entre la inmunidad adquirida por la vacunación, más la inmunidad resultante de haberse contagiado con el coronavirus y superado la infección.

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Sin embargo, varios especialistas advierten que las personas que aún no se han vacunado, por motivos religiosos o por atender a información que busca imponer teorías conspirativas, entre otros, son propensas a contraer el virus y propagarlo.

Habrá que estudiar la manera de concienciar a los no vacunados para que al menos, por respeto al bienestar del prójimo, acaten las indicaciones de mantener el uso de mascarilla, la desinfección de manos y el distanciamiento recomendado en espacios cerrados.

Si bien se retoman actividades y se amplían los aforos, no cabe descuidarse.

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La ministra de Salud ha anunciado que Ecuador iniciará a mediados de octubre la vacunación contra el COVID-19 a niños a partir de los 5 años. Hasta entonces seguirá el programa actual para administrar dosis anti-COVID-19 a los menores desde los 12 años en adelante.

La inmunización de los menores, además de protegerlos a ellos, incidirá en aminorar la probabilidad de que transporten el virus hasta los adultos una vez que se generalicen las clases presenciales. (O)