Ecuador vivió el 16 de abril de 2016 uno de los terremotos más mortíferos de su historia. Más de 600 personas fallecieron como resultado del movimiento telúrico de magnitud 7,8 y sus réplicas que dejaron casi 7.000 edificaciones destruidas y millonarias pérdidas. Manabí y Esmeraldas fueron las más afectadas, pero el país entero se unió para prestar ayuda tras la tragedia. Se observaron donaciones del sector privado que se volcó para apoyar. Entre la Ley de Desarrollo Solidario, presupuesto estatal, organismos internacionales y donaciones se sumaron 3.155,48 millones de dólares para la reconstrucción que, sin embargo, no estuvo libre de denuncias de negligencia y corrupción.

Hace tres años cayó sobre el país otra tragedia que agobió al mundo. El 11 de marzo de 2020, el Ministerio de Salud declaró la emergencia sanitaria en Ecuador y desde el 17 del mismo mes el Gobierno dispuso un confinamiento general por la pandemia del COVID-19. Guayaquil experimentó escenas dramáticas: los muertos eran sacados a las calles o debían pasar días para que los recogieran en las casas para enterrarlos; no había espacios en hospitales públicos ni clínicas privadas para recibir a enfermos. El número de fallecidos superó los 36.000 y 48 se enterraron sin nombre, sin reconocerlos.

Y sin nombre es que en medio de la tragedia la corrupción volvió a aparecer: sobreprecios en medicinas, implementos y alimentos. Pero hay pocos sentenciados.

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Se cumplen tres años del confinamiento y ahora muchos piensan en un encierro voluntario por la creciente delincuencia, cada vez más violenta, otra tragedia mortal. ¿Cuánto aprendimos de los infortunios anteriores? La unión tras el terremoto primó entre las personas naturales, a los políticos les duró poco; tras la pandemia, el país empieza a transitar por la reactivación, pero en el sector político se priorizan las luchas por el poder, y, por otro lado, enfrentar a la delincuencia requiere acciones en conjunto que se ven distantes. Ojalá se aprendiera de las tragedias para trabajar en beneficio de la comunidad. (O)