<strong>Raúl Rennella</strong>La filosofía y el cine convergen en Álex de la Iglesia, uno de los directores españoles más reconocidos en la actualidad.“Yo estudié Filosofía en la universidad y eso me destruyó como persona”, dice De la Iglesia, quien agrega que por esa razón siempre hace un barullo al explicar algo y, obviamente, al hablar de cine.Sus filmes, llenos de humor y terror, están marcados por su infancia vivida en medio de la violencia del País Vasco (es oriundo de Bilbao) con los atentados de ETA, y por el cine de terror que le prohibían ver de niño. “La primera película que vi fue King Kong de los años 30. Mi padre no quería que yo la vea porque me iba a dar miedo, y así fue. La vi oculto”, cuenta De la Iglesia.Sus influencias provienen de Alfred Hitchcock, John Ford, Billy Wilder, Akira Kurosawa y también de infinidad de directores ‘malísimos’, programas de deportes, telediarios, tipos muertos, angustias y aburrimiento. “No es cierto que solo los grandes directores te influyen, las malas experiencias también forman tu carácter”, acota.Además, menciona que las grandes cintas, serias o dramáticas, de afamados realizadores, como Michael Haneke o Lars von Trier, hacen pensar porque aburren y por ello quien las ve se cuestiona o se pregunta sobre todo lo que ocurre en el plano y se da cuenta de lo bueno que es.“Borrad esa parte, yo admiro mucho a ambos directores. Son grandes personas y amigos”, dijo entre risas mientras conversaba con las más de cien personas que asistieron al conversatorio que realizó en el teatro Carlos Cueva Tamariz, como parte del festival de cine La Orquídea.Al consultarle hasta qué punto un director debe o puede ser un dictador en el set, De la Iglesia opina que si se piensa en términos de necesidad, el director es quien, en última instancia, firma el producto y es responsable de un presupuesto. “En ese sentido te conviertes un poco en dictador porque marcas el ritmo de rodaje (...), por otro lado, por ser el general se tiene la última decisión, pero cualquiera (de la producción) puede tener una buena idea”, agrega.Entre sus anécdotas, contó como casi se convierte en el director que mató a uno de los protagonistas de El señor de los anillos. Cuando filmaba Los crímenes de Oxford, en la que actúa Elijah Wood, en el techo de uno de los edificios patrimoniales del lugar el piso estaba muy resbaladizo y andaba muy preocupado de que no le pasara nada al intérprete para no ser conocido como “el director que se cargó (mató) a Frodo”.De la Iglesia afirma que un director debe buscar la manera de hacer un producto que sea asumible para muchos, sin traicionar sus intereses.