La novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra, es una de las joyas de la literatura universal y de las letras castellanas.

Novela de caracter universal, condensa todo lo mas noble y altruista de la condición humana, generosidad, valentia, amor, solidaridad. La exaltación de estos nobles valores son parte del mural que forma parte de la naturaleza de la vida, la vida del noble caballero, el de la triste fígura ha servido para que los más importantes directores del séptimo arte lo lleven al celuloide, el mundo de la caballería no solo forma parte de las paginas del libro, vale la pena repasar su andar cansado pero heroíco y loco por la gran pantalla.

Ya en 1908 se produjo una de las primeras versiones para el cine mudo. En Japón realizaron un cortometraje en 1920. En el cine sonoro el director alemán George W. Pabst se atrevió a adaptar la obra como un espectáculo musical, en el que el cantante de ópera Fedor Chialapin encarna al hidalgo manchego.

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En 1957 en la extinta Unión Soviética, el director Grigoro Kozintsev logró hacer una fiel representación de la novela y muy a la moda del cine sovietico , era evidente que en esta adaptación este presente la lucha de clases, la dialéctica marxista es parte fundamental de esta joya de la cinematografía sovietica.

El director Arthur Hiller rindió homenaje al personaje en su producción El Hombre de la Mancha (1972), aprovechando la fama de los actores Peter O’Toole y Sophia Loren, quienes encarnan al Quijote y Dulcinea. En el plano de la comedia, Cantinflas hizo una versión en 1973, en Don Quijote cabalga de nuevo, el mexicano se pone las vestiduras del fiel escudero Sancho Panza.

Pero es necesario mencionar que asi como hay cintas que tratan de reflejar la novela de una manera formal , hay directores que prefieren la experimentación, es que Alonso Quijano es el personaje que encarna lo mejor que puede tener el ser humano, es el vehículo ideal para reflexionar sobre el honor, la lucha por conquistar los sueños, en este marco se ruedan Las locuras de Don Quijote, (2006), de Rafael Alcázar, mezcla de documental y ficción, y Honor de Caballería (2006) de Albert Serra, una obra extraña, carente de guion, pero de una extraña belleza que refleja en su estetica la atormentada personalidad del héroe cervantino.

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Mención aparte merecen dos cintas que para muchos son consideradas intentos fallidos, pero que se acercan en mucho a las vicisitudes que pasó el personaje de la Triste Figura en sus aventuras literarias y que directamente se traslada a los directores que lo quisieron llevar a la pantalla.

Una es Don Quijote de Orson Welles, poner en la pantalla la obra de Cervantes era uno de sus sueños mas atesorados, conocedor y admirador de la cultura hispana, que lo llevo a visitar España en varias ocasiones el Quijote wellsiano fue un fracaso marcado por la genialidad. La cinta empezó a filmarse en 1955, pero por los problemas económicos y peleas con los productores no se concluyó, una de las constantes de la personalidad del director norteamericano, su perfeccionismo y megalomanía, mas su genialidad chocaba con la miseria y roña de los productores.

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En 1992 Jess Franco, ayudante de Welles en el proyecto y director de cine, juntó los trozos de película regados por el mundo y los que poseía la viuda del director y siguiendo las anotaciones dejadas por Welles, estrenó en Cannes en 1992 la versión de El Quijote, una cinta curiosísima, con claros anacronismos y con sentido experimental que refleja lo que pudo ser una obra maestra.

La segunda es el frustrado proyecto de Terry Gilliam, que por peleas con los productores, fenómenos climáticos y un sinnúmero de casos extraños no pudo terminar la película que contaba a Johnny Deep en el papel principal, la cinta tuvo sin duda un verdadero toque quijotesco. Con lo poco que se pudo filmar, Keith Fulton y Lous Pepe realizaron un hilarante documental, Lost in La Mancha, (2002), sobre esta película, que según informaciones del mundo del cine , Guilliam piensa retomar el proyecto en este año.

Es indudable que Don Quijote seguira lanza en ristre cabalgando de manera permanente en las pantallas del séptimo arte. (E)