Ocurrió en 2014. Daniel Arias caminaba cerca del reservorio de Guangopolo, en el sureste de la capital, cuando escuchó sonidos extraños. Al acercarse vio una colonia de gallinazos cabeza negra, pero lo que llamó su atención fue que ingerían las flores de una planta, algo que resultó inusual para él ya que aquella es una especie carroñera. Esta anécdota despertó el interés en este guía turístico por estudiar las aves que habitan en el distrito metropolitano.