Los años que siempre marcarán un antes y un después en la vida del compositor estadounidense Philip Glass serán cuando tenía 12. Aún recuerda que cuando ayudaba a su padre en la pequeña tienda de discos que tenían en Baltimore, este le encomendó aprenderse todo el inventario de acetatos que incluía desde música clásica hasta jazz o country. Y lo hizo, escuchó cada uno de los discos, se enamoró de cada uno de los ritmos que oía y desde ese entonces nunca más se despegó de su gran pasión: la música.

Dice que siempre agradecerá ese impulso hacia la música que su padre le dio. “Cuando yo ya fui al conservatorio tenía una gran noción de la música y me gustaba todo, casi todo”, refiere entre risas el músico de 80 años y quien estima ser autor de “30 o 40 partituras para películas”, entre ellas la de la cinta dramática Las horas, que en 2002 le mereció el reconocimiento a mejor música original en los Bafta y también la nominación al Óscar.

Glass, quien es uno de los más reconocidos compositores de la música académica contemporánea, estuvo la semana pasada en Guayaquil para el estreno latinoamericano de su Sinfonía No. 8, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, dirigida por su gran amigo Dante Anzolini. En estos días el artista viajaría a las islas Galápagos. Glass no descartó la idea de que las islas sirvan de inspiración para una nueva composición.

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El músico, cuyas creaciones se caracterizan por su alta dificultad de ejecución, considera que “la música parte del silencio y del oír”. Afirma que si pudiera describir de manera acertada los procesos creativos musicales “diría que no serían muy difícil de hacer (la música)”, pero para él “el mayor problema consiste en tratar de escribir” lo que escucha. Explica que “una vez que obtienes una buena pieza y tu voz, el problema es cómo te deshaces de ellas”.

El autor, quien empezó a componer a los 50 años y quien afirma encontró su voz interior después de los 30, agrega que así como la música es “lo más cercano a lo divino”, también “la música es celosa y es posesiva”.

No duda en comparar la música minimalista que él hace con el lenguaje binario de las computadoras. Dice que en sus composiciones ambos sistemas están conectados y es algo que descubrió de la música hindú en los años 60. Confiesa que ni siquiera él sabía que su música se relacionaba tanto y que estaba utilizando estas estructuras binarias que han sido parte de la India por más de 2.000 años. (F)

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Una vez que entramos a ese mundo de la música realmente estamos dejando ese mundo cotidiano, realmente lo dejamos atrás”.Philip Glass, Compositor estadounidense.