“Hoy vi el arco iris”, dijo la escritora española Rosa Regás con una alegría desbordante como su cabellera, que en la noche lucía más roja que a la luz del sol.

El viernes pasado estaba feliz no solo porque en su agenda de actividades halló tiempo para contemplar un haz de luz multicolor en el cielo quiteño, luego de un fuerte aguacero, sino porque en compañía de varios lectores intercambió experiencias y anécdotas cosechadas durante su gira latinoamericana, que ayer concluyó en el país.

La librería Mr. Books, ubicada en el centro comercial El Jardín, no lucía silenciosa y en calma como siempre, pues a las 19h30 algunas mujeres caminaban de un lado para el otro con la obra La canción de Dorotea, el último libro de Rosa Regás, en las manos.

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La audiencia para el encuentro de la escritora con sus lectores, organizado por la editorial Planeta, era básicamente femenina. Entre la multitud destacaba Carmen Elena Vallejo, miembro del club femenino de lectura, quien se acercó a la escritora y le solicitó un autógrafo, pedido que Rosa Regás atendió con una cortesía tal que parecía ser ella la agradecida por este gesto de admiración.

Carmen Vallejo incluirá este texto, Premio Planeta 2001, en su club de lectura. “Una de nosotras lee la obra, mientras otra desarrolla un estudio sobre la misma o sobre la escritora, luego intercambiamos puntos de vista”.

Antes de que empezara el coloquio, la española Flor Pérez abrazaba fuertemente un ejemplar de La canción de Dorotea; emocionada por su última compra, esperaba que la autora se dirigiera a sus lectores. “Ella es muy conocida en España, luego de ganar el Premio Planeta. Conocía de su obra y vine para admirarla un poco más, porque me parece muy buena de verdad”.

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Regás sorprendió por sus dotes humanas; por la franqueza con la que agradeció, por su acogida, a los organizadores, a los presentes y a toda la ciudad, que según sus palabras “es la más afectuosa y maravillosa” que ha visitado en toda su gira. “Con gusto me quedaría a vivir aquí”.

La española se llevó a su país libros de autores nativos de los seis países que visitó. Regás levantó vuelo el viernes temprano y en estos momentos debe estar desempacando su equipaje de memorias, que luego de un tiempo quizá se transformen en la materia prima de una nueva novela.