Aunque León Roldós Aguilera (76 años) señala su devoción por el estudio durante su etapa colegial en el Vicente Rocafuerte, asegura que aquello no le impedía disfrutar de las pasiones que generaba el deporte en esa tradicional institución educativa, a finales de la década del 50.

El exvicepresidente de la República (1981-1984) recordó, en diálogo con EL UNIVERSO, cómo las diferentes disciplinas deportivas solían propiciar un “fervor colectivo” que “convocaba a todos” los alumnos vicentinos, ya sea a participar o apoyar a sus compañeros, “algo que ya no existe más”.

En esta línea, lamentó la actual decadencia deportiva del recinto educativo, situación que atribuye principalmente a una “depredación de la educación”, consumada primero en el gobierno de Rafael Correa y, a su criterio, sostenida en la administración actual.

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Desde su posición, inclinada más a las actividades culturales en el colegio, ¿cómo recuerda que se vivía el deporte en el Vicente Rocafuerte?
Aunque yo no practicaba algún deporte y más bien era lo que comúnmente se le llama ‘comelibros’, con mi hermano Jaime (presidente de la República entre 1979 y 1981), también participábamos en las actividades deportivas, porque existía un fervor colectivo. Entonces había gimnasia olímpica, fútbol, baloncesto, natación y hockey sobre patines, principalmente. En esta última, el Vicente Rocafuerte siempre fue campeón; y yo, todos los domingos en la tarde, debía estar en el hockey, no porque nos obligaran, sino porque había una confraternidad con quienes lo practicaban, como era en todos los deportes. Incluso el hockey convocaba a la gente. Dicho espíritu que genera solidaridad se acabó.

¿Qué sucedió? ¿Qué abonó al deterioro del poderío deportivo vicentino?
Antes que nada debemos mencionar que el Vicente Rocafuerte era una de las grandes glorias en educación, en actividades culturales y en deporte, una realidad que ya no existe. Había ministros de Estado que pasaban a ser rectores del colegio, y viceversa. Esa era la categoría del Vicente Rocafuerte y se acabó con el correato, que asfixió a los planteles fiscales símbolos de la ciudad. Digo esto porque con el deporte pasó lo mismo que con la educación y la cultura. Hubo una degradación de los planteles fiscales y eso fue obra de Rafael Correa, así de simple y claro. A él le irritaba la educación fiscal de calidad en Ecuador. Su objetivo era la mediatización. A Correa le interesaba lo que iba a ‘brillar’ o a ‘destacar’. Se preocupó del profesionalismo y del elitismo, pero no lo maravilloso del amateur; eso no le interesaba.

¿Cómo se materializó aquello, según su criterio?
Ha habido una mediatización de todo (a nivel de Estado, en el gobierno de Correa), hasta de los valores; una depredación de la educación, de la cultura, del deporte. Antes era tan importante un juego cultural como un juego deportivo. Era la insignia del colegio la que estaba en juego, no solo la del deportista en particular. El deportista era también un asistente que apoyaba al compañero practicante. Así debían ser las cosas. No había el ‘ellos’, sino el ‘nosotros’. El deporte convocaba. Había la frase ‘Donde hay una VR, hay un campeón’.

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¿Cuánto ha afectado la falta de práctica deportiva en el desarrollo integral de los estudiantes del colegio?
Mire, yo he sido educador desde 1961 hasta 2006; mi vida educativa ha sido bastante extensa. Y puedo responder que ha afectado muchísimo. La vida es complemento. Todo eso va formando al ser humano. Debe ser complementario. Es parte de la formación. Yo no fui practicante, pero participábamos todos en las actividades deportivas y éramos infaltables.

¿Qué opina del hecho de que el rector de la institución no pueda dar declaraciones sin antes acudir al distrito educativo al que pertenece?
Eso es algo estúpido. Quien se somete a aquello me parece un rector sin personalidad. Era imposible en mis tiempos. Creo en la participación, en que los seres humanos tenemos derecho a participar. Un rector representa a la institución, no es un subalterno; si se considera un subalterno, no tiene capacidad ética para ser rector. Es tremendamente irritante. La estupidez viene del Ministerio (de Educación), pero llega a actores que les falta ética para asumir su condición de rector. Inconcebible. Es una falsa disciplina, porque carece de honor y ética; es simple servilismo. Lo que pasó durante el correato pasa en cualquier otro gobierno totalitario: querer controlar todo desde arriba.

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¿Qué soluciones plantea ante la falta de presupuesto estatal para el deporte colegial especializado?
Debe haber una movilización de conciencias, a cargo de maestros y estudiantes, y romper paradigmas. Sé que es difícil, pero el Estado no va a asignar presupuestos hasta que haya una movilización de estudiantes. Estoy seguro de que si hay una buena campaña que evidencie que el amateurismo se intensifica, habrá mayor calidad en la educación y el deporte. Eso no le interesaba al correato, solo le interesaban la foto y el personaje. Al deporte hay que impulsarlo desde todos los escena rios. No cabe una formación educativa sin el deporte. No son dos segmentos diferentes. Al deporte hay que verlo como un ‘nosotros’, no como un ‘ellos’.

En el Vicente Rocafuerte aún permanecen logos propagandísticos utilizados en el Gobierno anterior, algo que no había sucedido en 177 años de fundación.

Es parte de un poscorreato que no deja de ser correato. Yo no pienso que Ecuador tiene que ser antes o después de Correa, pero han existido deformaciones elementales. La maravilla del deporte amateur se ha perdido o al menos mediatizado.

Había ministros de Estado que pasaban a ser rectores del colegio, y viceversa. Esa era la categoría del Vicente Rocafuerte y se acabó con el correato, que asfixió a los planteles fiscales símbolos de la ciudad.

(D)

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