La escena parecía surrealista: un señor encorbatado salió de las oficinas del Newcastle United e informó a la muchedumbre agolpada a las puertas del estadio St James’ Park que, tras prolongadísimas negociaciones, estaba autorizada y firmada la venta del club al PIF, el ultramillonario Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita. Era oficial: el viejo Newcastle desde ese momento pasaba a ser un nuevo rico del fútbol, el más rico de todos. Un gentío de mil o dos mil hinchas con camisetas blanquinegras explotó en un grito como si se tratara de un gol al minuto 95 que le daba el título de liga. Luego fueron cánticos, saltos, abrazos y demostraciones de emoción, desfile en caravana por las calles de la ciudad.