Alguien se tomó el trabajo de preguntarle a la inteligencia artificial cuál sería el equipo ideal de todos los tiempos. No solo de los mundiales, en general. Consultó a cuatro de las plataformas principales: ChatGPT, Gemini, Deepseek y Grok. Y la IA, que es atrevida, se ufanó de armar un equipo poderoso, por los nombres, aunque no infalible. Muchos lugares comunes. No hubo unanimidad en la elección. Ejemplo: en el arco, ChatGPT se volcó hacia Buffon y los otros tres escogieron a Yashin. Y en algunos puestos se dieron hasta tres nombres. Pero al cabo del cómputo, por mayoría, la IA compuso esta selección: Yashin (Unión Soviética); Cafú (Brasil), Beckenbauer (Alemania), Baresi (Italia) y Paolo Maldini (Italia); Xavi (España), Zidane (Francia), Maradona (Argentina); Messi (Argentina), Pelé (Brasil) y Cristiano Ronaldo (Portugal). Dos argentinos, dos brasileños, dos italianos, un ruso, un alemán, un español, un francés, un portugués. Siete europeos, cuatro sudamericanos. No parece acorde a lo que han sido uno y otro continente en cuanto a estrellas individuales. El dibujo táctico es el más tradicional de todos: 4-3-3.
Los únicos que se impusieron en las cuatro aplicaciones fueron Cafú, Beckenbuer, Maldini, Messi y Cristino Ronaldo.
La inteligencia artificial no tiene ojos ni sensibilidad, no los vio jugar, incluso privilegia los números por sobre el talento. Se basa mucho en estadísticas, y a los genios se los debe analizar también por creatividad, encanto, personalidad, influencia. La IA reúne todo lo que se escribió y se dijo de cada futbolista, lo comprime, saca el jugo y arroja un veredicto. ¿Cómo podría alguien que no fue su contemporáneo entender la dimensión cabal de un personaje fabuloso como Johan Cruyff, futbolista, entrenador, pensador, influenciador de nivel AAA en todo…?
De los once elegidos, solamente dos son de esta época y están en actividad: Messi y CR7. La realidad es que en este tipo de elecciones cada vez van a ir siendo seleccionados más jugadores actuales. Las nuevas tácticas y técnicas de entrenamiento, la mayor velocidad, la profusa información, el achicamiento de los espacios, la presión sobre el rival, la intensidad, el estudio de los rivales llevan a que en el fútbol sea más difícil hoy desequilibrar al adversario que hace cincuenta o sesenta años. La transferencia de conocimiento les va enseñando a todos.

Por ello, al trazar un paralelo, prevalecen en la elección los futbolistas más cercanos a este tiempo. Djokovic, Nadal y Federer son los tenistas más grandes de la historia, y son del presente. Lo mismo ocurre en todos los deportes. Guillermo Vilas, el atlante del tenis argentino, un sujeto lúcido, pensante, dejó una reflexión magistral sobre el ayer y el hoy: “Si me ponen contra el Federer de 2004 con mis mejores herramientas de 1977, yo no tendría opciones, me liquidaría por 6-1 y 6-2. Y eso, si tengo suerte. Lo mismo contra Nadal o Djokovic. Enfrentar a un tenista de 1900 contra uno de 2000 no es coherente: hay cien años de adelantos”.
Si se hacía este ensayo de once ideal hace cinco o seis décadas, era impensable no incluir a Di Stéfano o Puskas, pero poco a poco fueron saliendo no de la evocación, sí de la cancha, reemplazados por cracks posteriores. Porque cada tanto aparece un deportista que supera a los anteriores. Nadie es el mejor para siempre. Cuando se retiró Pelé no se pensaba que saldría otro igual; sin embargo, apareció Maradona. Lo mismo cuando Diego dio las hurras y surgió Messi.
Añoramos a los grandes cabeceadores de antes, los Spencer, Passarella, Zamorano, espectaculares, claro; no obstante, hacer goles de cabeza era menos dificultoso. En el área era común que hubiese diez jugadores; hoy hay 16 o 18. Solo es cuestión de contar en cada tiro de esquina que vemos. Y los arqueros de antaño por lo general no salían, se quedaban en la raya; ahora dan varios pasos hacia adelante y atrapan la bola o dan el puñetazo. No es tan fácil ver un gol directo de córner.
Lev Yashin, el hombre de la eterna sonrisa, fue un arquero fantástico, cubría con su enorme corpachón todo el arco. No obstante, brilló en los 50, los 60, y el puesto ha evolucionado tanto que cualquier portero importante de los actuales (Courtois, Oblak, Alisson, Dibu Martínez…) es muy superior a los del pasado.
Es comprensible, todo fue evolucionando: la pelota, los campos de juego, la indumentaria, el cuidado, el reglamento, la medicina deportiva… Quienes están convencidos de que el fútbol de antes era mejor argumentan: “Si pusiéramos a los futbolistas de hace cincuenta o sesenta años a entrenar como se entrena ahora, con la alimentación y preparación actual, con las tácticas modernas, serían unos fenómenos también”.
Efectivamente, quien nació con un don para algo determinado se adaptaría a toda la metodología de hoy e igual brillaría. No hay dudas. Sin embargo, conseguiría menos proezas. Pelé dijo una vez: “Si yo jugara ahora, haría tres mil goles; no te pegan como antes”. Tal vez se pega menos, OK, pero se marca infinitamente más. No tendría espacios ni tiempo.
Lo que no se analiza es que si tomamos, por ejemplo, a los 22 protagonistas de la final de 1970 y les damos toda la preparación y las condiciones actuales, pero los hacemos jugar con la velocidad, la intensidad, la presión y las marcas de ahora, se equivocarían mucho más que antes y mostrarían menos técnica, menos precisión y magia. Y ESTARÍAN JUGANDO CONTRA LOS MISMOS RIVALES. O SEA, NO SE TRATA DE MAYORES O MENORES CAPACIDADES, SINO DE MAYORES O MENORES OBSTÁCULOS.

Si tenemos diez minutos para vestirnos, lo hacemos de una manera; si tenemos tres, será de otra, menos prolija y más descuidada. Si nos dan diez metros para realizar una jugada, la haremos de una manera; si disponemos de dos metros, la haremos de otra y, sin duda, tendremos menos posibilidades de que sea exitosa. Si nos marca un rival, podremos intentar cierta jugada; si nos marcan tres, tal vez ni la intentemos. Si estamos libres de presión, pensamos y nos movemos con libertad; si nos están encimando, estorbando, impidiendo la maniobra, ya no tenemos la misma facilidad creativa.
Por lo tanto, el entrenamiento, la alimentación y las nuevas tácticas tienen poco que ver; lo que cambió es el grado de dificultad, que es muchísimo mayor. Consultado sobre cuál fútbol fue mejor, el de ayer o el de hoy, Enzo Francescoli respondió con franqueza: “Hay diferencias. No quiero decir cuál es mejor o peor. Ahora es mucho más rápido, hay menos espacios y menos posibilidades de lograr cosas”. Enzo debutó hace 46 años y se da cuenta de que a él también le costaría más, por talentoso que fuera.
Pese a todas las dificultades, los atacantes también se las ingeniaron para seguir marcando goles. Tanto que el fútbol tiene 150 años de antigüedad, pero tres de los primeros ocho goleadores históricos son de hoy, están activos: 1) Cristiano Ronaldo, 2) Messi, 8) Lewandowski.
Este cronista propone, modestamente, un once galáctico con todos jugadores que vio en cancha (a excepción de Beckenbauer) y, por supuesto, decenas de veces por TV: Casillas o Fillol (un puesto en el que vemos una paridad absoluta por méritos, títulos y por la condición de ambos de milagreros, de salvapartidos); Dani Alves, Baresi, Beckenbauer, Maldini; Xavi Hernández, Falcao, Maradona; Messi, Pelé y Cruyff. (O)
