Suele presentarse así: “Hice 405 goles para el Santos, soy el máximo artillero de la historia del club”. Y espera que los demás le pregunten:
- ¿Cómo... y Pelé...?
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- Yo hablo de seres humanos, Pelé era de otro planeta.
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Y se ríe. Tiene una chispa que desata siempre la carcajada de los interlocutores. Y una anécdota para cada tema que se conversa. Pepes hay muchos, pero éste es el de “Pelé y Pepe”, la célebre ala izquierda que hizo delicias y estragos en el fútbol mundial en los ’50 y los ’60. Sólo entre ellos dos marcaron 1.496 goles para Santos, entre oficiales y amistosos. Y si se agrega a Coutinho suman 1.866. Verdaderamente, un trío de otra galaxia.
José Macía “Pepe” acaba de cumplir 90 años es un jubilado feliz, goza de sus glorias pasadas y recuerda cada partido, cada jugada, cada gol con una memoria fascinante. Conversamos durante horas con él en Asunción hace unos años. Fue refrescante, por cierto. Tiene un cariño especialísimo por Pelé.
- Yo fui la primera persona que vio a Pelé al llegar a Santos. Estaba con el peluquero, cortándome el pelo en el club y entró Waldemar de Brito, su descubridor. No sabía que era Waldemar, pero él sí me conoció a mí, porque yo ya estaba en Primera: “¿Usted es Pepe?”. Sí, le dije, y nos pusimos a conversar. Ahí me dijo: “Traigo un menino que va jugar mucho. Venga, vamos a tomar algo”. Fuimos al bar de al lado y ahí estaba Pelé tomando un refrigerio. Era un chico, pero si lo traía Waldemar de Brito era una garantía ¿no...? Me lo presentó y le deseé suerte. Nunca se sabe, pero para mí no se va a repetir otro igual. Todos los demás pelean por el segundo lugar: Rivelino, Gerson, Didí, Maradona, Eusebio, Puskas, Di Stéfano, Messi...
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- Jugaron 15 años juntos, casi pegados. Háblenos de él.
- Pelé no tenía defectos, sólo cualidades. Pierna derecha, izquierda, cabeceo, remate, dribbling, velocidad, fuerza, coraje... No tenía días malos. Cuando él jugaba mal, jugaba mejor que nosotros.
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También ahí le brota la “anécdota”.
- Con Pelé siempre fuimos muy, muy amigos. Nos frecuentábamos en familia. Cuando él vivía con su primera mujer, Rosemeri, ella estaba siempre con Lelia, mi esposa, de una casa a la otra. Y compartíamos la habitación en la concentración y en los viajes. Cuando íbamos de gira era muy gracioso: el Santos cobraba 30.000 dólares por partido y Pelé 10.000 aparte. Al volver al hotel vaciaba sobre la cama la bolsa con los dólares, todos billetes sucios, de a uno, de a cinco, y me decía: “Cuenta, Pepe”.
Pepe, zurdo-zurdo, empezó con el pie derecho en Santos.
- Santos había ganado un sólo título en su historia, el Paulista de 1935. Y a poco de debutar conseguimos el segundo, en 1955. Tuve la suerte de hacer el gol que nos dio el campeonato. Fue contra el Taubaté. Teníamos que ganar, pero el marcador estaba 1 a 1 y no se movía, no había caso. Hasta que en el final hice el gol y fue 2 a 1. Me llevaron en andas hasta la mercería de mi papá. En ese primer torneo ya hice como 10 goles, jugando pocos partidos. Si empatábamos debíamos ir a una final con Corinthians, y en esa época desempatar con Corinthians era bravo...
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Llegó a los 16 años al club de sus amores, el único donde jugó profesionalmente.
- Ahora los chicos van a los clubes a los 10 años, en esa época era raro ir a prueba antes de los 18 ó 20. Por eso, con 16 yo era bastante jovencito. Me llevaron el arquero Cobrinha y el famoso Del Vecchio, que eran de mi barrio, San Vicente. Me tomaron una prueba y gusté. El técnico era Salú, gran descubridor de talentos para el Santos. Era muy divertido Salú. Trabajaba de chofer en una funeraria; muchas veces llegaba apurado y dejaba el coche fúnebre estacionado en la puerta del estadio, con el finado “esperando”...
Se ríe de sus propios chistes, le encanta contar, tiene gracia. Dice que cuando empezó a jugar en Primera compró un cuaderno y comenzó a anotar todos los partidos que jugaba, fecha, estadio, alineaciones, etc. Y los goles que anotaba. Tiene todos esos cuadernos guardados. Quedó inmortalizado como “O Canhão da Vila” por sus impresionantes remates.
- El apodo es obra de Ernani Franco, un relator de radio que era fanático del Santos. Yo no era un puntero de dribblear mucho, pero tenía una velocidad y un disparo... Noqueé a varios en los tiros libres. Hay una anécdota muy linda. Fue en 1955, recién empezaba. Nos dieron un tiro libre y cobré la falta. La pelota le dio de lleno en la nariz a Alfredo Ramos, famoso jugador del São Paulo que estaba en la barrera, y lo desmayó. Estuvo 20 minutos inconsciente. Cuando despertó, los médicos le preguntaron qué había sentido. Dijo: “Sentir no sentí nada, sólo vi mariposas volando y pajaritos cantando...” El profesor Julio Mazzei, del Santos, que era muy científico, una vez midió la velocidad de mis remates y el resultado fue 122 kilómetros por hora. A Roberto Carlos, el lateral, no el cantor, le contaron 109 por hora.
De aquellas interminables giras del Santos por el mundo extrae una de sus centenares de historias.
- Conocí más de 60 países. En enero y febrero hacíamos toda América; en mayo y junio, Europa. Una vez jugamos 23 partidos en 42 días. Hoy en Bélgica, mañana en Holanda, pasado en Suiza. Y Pelé tenía que jugar en todos, porque a él querían verlo especialmente. Pero todos los demás, varios jugadores de selección, como Zito, pedían jugar igual.
- ¿Cómo era el Santos...?
- Un equipazo. Mire, le ganamos 12 a 1 al Ponte Preta, 8 a 3 a Racing, que venía de ser campeón argentino y era un cuadrazo; 6 a 3 al Benfica... Cuando dirigí en Qatar me encontré allá con Torres, famoso jugador del Benfica que entonces era técnico. ¿Sabe lo que me dijo...? “Pepe, cuando nosotros entrábamos a la cancha y veíamos a ese negro con la camiseta número 10 ya nos queríamos ir...” Les ganábamos siempre. Pero aparte éramos un grupo de amigos, hasta hoy lo somos. Si uno tenía una tarde floja otro lo ayudaba y era la figura
- ¿Cuál fue el rival más duro de aquellos tiempos?
- Y... Peñarol. Nos daba trabajo. Era un equipo fuerte, con gran técnica, y además pegaban lindo. Con ellos eran batallas. Siempre te venían con eso de que “te vamos a quebrar” y esas cosas. Pero el Santos estaba preparado para sobreponerse a todo.
- ¿Ustedes contestaban...?
- No, sólo Pelé y Coutinho. Ellos eran bravos. Pelé devolvía todo lo que le daban. Y Coutinho te dejaba dar una, dos, tres... a la tercera te metía un planchazo con todo.
Promete que es la última, aunque tiene muchas más.
- El juego más increíble que recuerdo fue con Palmeiras en el Pacaembú, año 1958. Palmeiras era el gran rival de esa época. Estábamos 2-2, pasamos a ganar 5-2, lo vuelta Palmeiras 6 a 5 y finalmente ganamos 7 a 6. Algo fantástico. Marqué 3 goles esa noche, pero lo gracioso vino después del partido.
- ¿Qué pasó?
- Terminó muy tarde. Y volvimos a Santos más tarde todavía. Me dejaron en la Plaza dos Andradas, en el centro de Santos, pasadas las 3 de la mañana. Me quedé a esperar el colectivo 22. No daba para tomar taxi. Ya había bastante gente haciendo fila, gente que iba a sus trabajos. Tomé el colectivo y me fui a sentar en el último asiento. Al lado mío había un borracho que me miraba y me miraba... Hasta que al final se animó y me preguntó: “¿Usted no es Pepe?”. Sí, le digo. “¿Usted no estaba jugando esta noche contra Palmeiras en San Pablo...? Sí, jugué. “¿Cómo terminó el partido?”. Ganamos 7 a 6. Y medio enojado me dice:
“Pepe, yo le estoy hablando en serio...”. (O)