Enrique Cantos Guerrero, histórico jugador del Barcelona SC, nació en Guayaquil el 25 de febrero de 1925. Su extensa trayectoria le permitió ser reconocido como uno de los ídolos del Ídolo. Su puesto ideal era el de interior derecho. Es el único futbolista de Barcelona en ganar el torneo amateur (1950), el título profesional de Asoguayas (1955) y el primer campeonato ecuatoriano para los amarillos en 1960. Incluso jugó la Copa Libertadores de América en el debut canario en ese certamen, en 1961. Cantos fue, además, goleador del torneo nacional en 1960. Inició su carrera en el equipo guayaquileño Panamá SC, a inicios de los años cuarenta, y pasó a Barcelona en 1946, donde jugó hasta 1961. Cantos fue seleccionado del Guayas y también de Ecuador, con 17 partidos y cuatro goles en la Tricolor.

Enrique Cantos fue protagonista del primer triunfo de la selección ecuatoriana en Copa América, cuando se derrotó a Colombia 4-1 el 2 de mayo de 1949. Cantos fue el autor del primer gol contra el arquero colombiano en el estadio San Januario, de Río de Janeiro. El periodismo de Brasil, luego de apreciar las virtudes de Cantos, publicó en un diario: “Un perfecto ratón sabido juega en la selección ecuatoriana”.

En el torneo amateur de la Federación Deportiva del Guayas de 1948, el 1 de septiembre se programó el partido contra Emelec. Fue exactamente el día en que Diario EL UNIVERSO bautizó el duelo como el Clásico del Astillero. En ese año Barcelona lucía una delantera de lujo: José Jiménez, Enrique Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Pelusa Vargas y Guido Andrade.

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Mauro Velásquez Villacís comentaba: “Cuando jugaba con el equipo guayaquileño Panamá, en la gira que hizo por Colombia, Cantos tuvo el privilegio de ser el primer extranjero en salir en hombros en el estadio Pascual Guerrero de Cali”. La prensa colombiana, admirada, lo llamó “fuera de serie” y anticipó que “en poco tiempo lucirá sus habilidades en otros países del mundo”. El periodista Mario Chausón Valdez Zevallos, en una exaltación ilustrativa, extraída de su mente brillante y expresiva, describe a Pajarito Cantos como el representante del auténtico fútbol de barrio, practicado por el clásico jugador de baldío y zapatos rotos. Empieza a descollar desde muchacho en las sartenejas del antiguo Jockey Club, hoy Centro Cívico. Con cuerpo para ser jockey, mostraba astucia y vivacidad con la pelota, pensaba y se movía rápido, rara vez fallaba frente al arco. Él siempre jugó con alma de amateur. Eran de mucha inspiración sus movimientos, una expresión de la belleza y colorido que tiene el fútbol.

Ricardo Vasconcellos Rosado señala a Cantos como un factor decisivo para que se forjara la idolatría y lo describe como representante del fútbol callejero y de las ligas de novatos. “Cantos compensaba su pequeña talla y su fragilidad con una astucia incomparable. Tenía en la cancha ideas geniales que las plasmaba con una habilidad consumada”.

El secreto de la bicicleta se lo reveló Cantos a Vasconcellos Rosado. Explicó que en 1947 arribó a Guayaquil el Deportivo Cali con Roberto Scarone, figura del fútbol uruguayo. A él lo vio hacer una jugada singular, parecía que bicicleteaba. Cantos comenzó a practicarla y a perfeccionarla para estrenarla en el Clásico del Astillero del 21 de septiembre de 1948.

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Resulta que Scarone, jugador uruguayo que tenía la patente de la jugada denominaba la bicicleta, la hacía deteniéndose y reanudando la jugada. La diferencia con la de Pajarito es que él le puso la cadena porque simulaba que iba a detenerse con el balón, pero no; él pasaba el botín sobre la pelota y seguía corriendo, desbordando la marca del rival.

Cantos registró como su obra maestra a la bicicleta en el famoso e inolvidable partido organizado para recaudar fondos a favor de los damnificados del terremoto de Ambato del 5 de agosto de 1949, un terrible movimiento telúrico que cobró la vida de más de 6.000 personas. Por gestiones del alcalde de Guayaquil, Rafael Guerrero Valenzuela, y el dirigente guayaquileño del Millonarios de Colombia, Mauro Mórtola, se presentó en nuestra ciudad el equipo de Bogotá.

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Por ese entonces Millonarios tenía una plantilla conformada por una gran cantidad de figuras, tales como Adolfo Pedernera, Néstor Raúl Rossi, Alfredo Di Stéfano, entre otros. Hace pocos días el periodista colombiano Mauricio Silva Guzmán publicó el libro El mejor equipo del mundo, un homenaje a esa escuadra que jugó un partido espectacular el 31 de agosto de 1949 contra Barcelona en un estadio Capwell repleto, con casi 30.000 espectadores.

Barcelona doblegó al todopoderoso Millonarios por 3-2, un resultado que nadie esperaba. Noche de magia en Guayaquil, el Ídolo del Astillero había triunfado. Enrique Pajarito Cantos se dio el lujo de repetir varias veces la bicicleta, famosa jugada que realizaba arrimándose a la línea, como una especie de puntero derecho por su técnica en velocidad, y se convertía en interior derecho. En ese tramo lucía su especial obra de arte para poner a delirar a la hinchada canaria.

Hace pocos días, exactamente el 7 de mayo pasado, en la sección Cartas de Lectores del Diario, encontré una que incluía una especie de reivindicación de esa obra artística, diseñada y exhibida por Cantos en una cancha de fútbol. Escribió el ingeniero mecánico Luis Eduardo Rosero Cruz, quien reclamó que desde hace un tiempo escucha a los locutores deportivos elogiar que tal o cual jugador hizo la bicicleta. Los narradores expresan su desconocimiento. Ellos creen que es cuando el futbolista pasa sobre el balón que va rodando la pierna izquierda, de derecha a izquierda. O si es usada la pierna derecha, la pasan por encima en forma contraria.

El ingeniero Rosero razona su justo reclamo al recordar que quien inmortalizó tan hábil jugada fue el genial Enrique Pajarito Cantos y que la manera auténtica de cómo hacía la bicicleta era pasar de ida y de vuelta sobre el balón, rodando en línea recta en una de las piernas. Fue tan famosa la jugada que el cantante puertorriqueño Daniel Santos, conocido como el Inquieto Anacobero, en la canción Barcelona campeón, en una de sus estrofas dice del monarca de 1960: “Barcelona, dale chicha, dale chica pa’ gozar”. Y relata: “Alume abre para Aguirre, quien burla a un hombre, se apoya en Cantos que hace la bicicleta”. Totalmente de acuerdo con Luis Rosero, quien advierte que la ignorancia no da derecho a desvirtuar la realidad y peor desconocer la historia.

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La vida de Enrique Cantos está llena de sucesos brillantes y de anécdotas que incrementaron su popularidad y la querencia especial de la afición amarilla. Su memoria fue reconocida por la dirigencia de Barcelona, que bautizó a una de las generales del Monumental con su nombre. También hay un busto en su honor, develado en los exteriores del estadio en el 2017, cuando presidía el club José Francisco Cevallos.

La gloria y el recuerdo de este gran jugador son infinitos. Pajarito falleció a los 70 años, el 19 de febrero de 1996. Para mí, Cantos perfeccionó la bicicleta. Era un auténtico dicharachero del fútbol, por sus ocurrencias e ingenio. Porque era valiente y lúcido, porque despreciaba la rudeza de sus celadores y porque era capaz de jugar con la alegría de un futbolista de la calle. (O)