Faltaban algo más de 2 kilómetros para llegar a la meta, e incrédulos y emocionados, veíamos cómo la bicicleta de color blanco, con su distintivo tricolor sobre el trinche de la rueda delantera, se deslizaba por las vías del legendario Circuito Internacional de Fuji. Su piloto, nuestro compatriota Richard Carapaz, con un pedalear rítmico, aumentaba su alejada del resto mientras el cronómetro se acercaba a las 6 horas. La concentración de Carapaz era admirable. Sus gestos de satisfacción los veía el mundo.