Aplastante, inolvidable, brillante, inédita, didáctica, humillante, inimaginable, redentora, histórica… La fabulosa coronación del Paris Saint Germain resiste diez, veinte adjetivos más. Da para todo. Nadie podía entrever un baile tan colosal en una final ni una demostración más redonda en un duelo que, en general, suele ser equilibrado porque enfrenta a los dos mejores equipos de la competición. Hemos visto decenas de definiciones de Champions, nada se asemeja a esto.