El tema de la columna de este domingo, 21 de julio, debiera ser la gran actuación de Richard Carapaz en el Tour de Francia. Ganador de etapas, insuperable escalador (aseguró el título de Rey de la Montaña), valiente guerrero del pedal frente a los mejores ciclistas del mundo, su estupenda actuación obliga a preguntar: ¿no es un error la exclusión del carchense de la delegación a los Juegos Olímpicos París 2024?

Un discutible reglamento dictado por la Federación Ecuatoriana de Ciclismo obró en contra del deseo de Carapaz de luchar por repetir su medalla de oro en la inolvidable gesta de Tokio 2020. Ecuador tenía un solo cupo y la FEC decidió asignarlo a Jonathan Narváez, otra gran figura de este deporte, a quien deseamos cumpla en la capital francesa un papel igual a la de la Locomotora del Carchi, uno de los mayores héroes deportivos de la historia de nuestro país.

Pero ocurre que el balompié genera una atracción mayoritaria en todas las naciones del mundo, excepto unas cuantas, aunque, justo es aclararlo. Lo logrado por la Selección es de mínimo relieve comparado con lo que han alcanzado nuestros ciclistas, que cada día destacan más en todo el planeta, mientras nuestros futbolistas, para brillar y ser objeto del comentario, dependen de una casta periodística cuya mayoría es ajena a la realidad y está ligada al interés de dirigentes y empresarios (quienes se autodenominan “dueños del producto”). Hay que excluir de esta banda servicial a comunicadores de larga trayectoria, experiencia y probada honestidad.

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Luego de aplaudir a Carapaz y comentar brevemente sobre las hazañas del carchense en las empinadas cuestas, los aficionados empiezan a preguntar sobre el nuevo timonel de la Tricolor. El aire está lleno de rumores, especulaciones, nombres, y la razón está en el hermetismo con que la Federación Ecuatoriana de Fútbol maneja el tema. Ya se han descartado varios nombres. Guillermo Almada, por ejemplo, vasto conocedor del medio.

El uruguayo es un hombre de proyectos y pasa por un gran presente en México. Se ha deslizado, en esta marea de cotilleos provocados por el misterio federativo, que económicamente no le convenía la propuesta y que habría exigido el control total del fútbol a nivel de selecciones. La personalidad de Almada, harto conocida, no toleraría manipulaciones ni negocios en las convocatorias de jugadores. Algún día se conocerán los detalles.

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El argentino Luis Zubeldía ha sido otro tentado por la FEF. A excepción de los periodistas (y varios portales) cercanos a Liga de Quito, nadie chocó las manos para aplaudir la propuesta. Hay que hablar claro: Zubeldía es un técnico del montón; su única carta de recomendación es un título en la Copa Sudamericana, un torneo modesto. No se lo reconoce por su capacidad de conducción, sino por ser un tipo irascible, irrespetuoso en el vestuario y en la cancha. Tiene un amplio récord de expulsiones en el balompié ecuatoriano y ese ha sido su emblema en todos los lugares por donde ha pasado. ¿Qué vieron los dirigentes de la FEF, famosos por sus dislates (Klinsmann, Cruyff ‘el pequeño’, Alfaro, Sánchez Bas)? No pegan una cuando se trata de elegir.

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Ojos asombrados y oídos castigados recibieron la noticia de que la Federación le había propuesto el cargo al argentino Marcelo Muñeco Gallardo. La interrogante surgió de inmediato: ¿está en sus cabales el autor de la idea? La FEF (en sus tres administraciones más recientes) tiene malos antecedentes en materia del cumplimiento de sus obligaciones salariales. Hay que agradecer que no surgió otro ocurrido entre los dirigentes, capaz de proponer arrebatarle al Manchester City a Josep Guardiola.

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Los mismos que se endeudaron con Hernán Darío Gómez y con Jordi Cruyff, y están demandados en la FIFA por deudas nunca aclaradas con Gustavo Alfaro, ahora quieren competir en las Grandes Ligas del fútbol. Déjense de jugar con la credulidad de la gente. En el Al Ittihad, de Arabia Saudita, Gallardo tenía un contrato por dos temporadas, renovable, por $ 20 millones anuales. En el primer tramo del vínculo se embolsaba $ 30 millones. Fue cesado a los seis meses y el argentino cobró por la cláusula de rescisión cerca de $ 15 millones.

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Al saber que el técnico gaucho estaba libre, la FEF empezó a soñar. “¿Qué tal si le ofrecemos tres milloncitos anuales y le comemos el coco con la ‘generación dorada’, la ‘potencia mundial’ que somos, las ‘joyas’ que tenemos, el ‘campeonato moral’ que logramos en la Copa América al empatar con Argentina?”. Gallardo debe haber esbozado una sonrisa compasiva y caballerosamente dijo no. En el fondo debe haber pensado que los dirigentes estaban locos queriendo comprar un Ferrari Fórmula Uno cuando solo les alcanza para una bicicleta de segunda mano.

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El que truena ahora es Jorge Sampaoli, quien pasó hace catorce años por nuestro fútbol y logró un subcampeonato con Emelec. Tuvo gran protagonismo con Universidad de Chile y condujo a la selección de ese país a ganar la Copa América 2015 con un plantel promovido y formado por Marcelo Bielsa. Hoy es mala palabra en el balompié chileno, al que le será muy difícil volver. Todo lo que vino luego fue una caída estrepitosa en lo técnico y en su seriedad como entrenador.

Mientras Sampaoli dirigía a la Universidad de Chile lo grabaron hablando secretamente con el presidente de la Federación. La prensa criticó duramente a ambos por poca ética y por el poco respeto mostrado al entonces DT de la Roja. En 2018, Claudio Borghi comentó sobre Sampaoli: “Como en el barrio, le diría: el chancho arriba del árbol... porque nadie sabe cómo llegó ahí”. Contratado por el Sevilla español, otra vez se reunía en secreto con la Asociación de Fútbol Argentino para asumir con el combinado que llevó al Mundial 2018. En Rusia los jugadores lo marginaron y ellos asumieron la conducción, por lo que, luego del fracaso, fue cesado.

Leandro Paredes, campeón en Qatar, dijo sobre Sampaoli en 2019: “No se entendía lo que quería. Nunca supo explicar lo que quería. Sampaoli era muy cambiante, no era claro. A veces te decía que hagas una cosa, y cuando la hacías te decía: ‘¿Por qué hiciste eso?’. No sabíamos muy bien lo que quería. No tengo mucho para decir sobre él, hay entrenadores que te dejan cosas buenas y malas. La verdad es que cosas buenas no tengo para decir, y las malas prefiero guardarlas para mí”.

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Ángel Di María, uno de los mejores jugadores del mundo, declaró en 2021 sobre Sampaoli: “Es una persona muy rara, empezó con todos muy bien y terminó con todos muy mal (...). Me trataba como si fuese uno de los mejores y después me limpió en el Mundial sin darme explicaciones”.

La otra faceta del DT que debe ser tenida muy en cuenta por la FEF es su obstinación por los dólares. El portal The Clinic lo describe así: “Los contratos de Sampaoli, a los que tuvo acceso The Clinic, reflejan su personalidad obsesiva con el dinero. Las cifras que ha negociado en tres años al mando de la Roja, y las seis modificaciones y anexos que forzó tras cada logro en la selección (chilena), muestran la faceta más desconocida del estratega, muy lejana al amateurismo que pregonó en todos los procesos deportivos en los que participó”.

Después no digan que no se les avisó cómo es Sampaoli. (O)