Vino el tiro libre de Senegal desde la derecha y Enner Valencia, en su intento de rechazar, le dejó servida la pelota a Kalidou Koulibaly, el gigantesco zaguero del Chelsea la tomó como venía y con un derechazo la cruzó a la red de Galíndez. Senegal se ponía 2-1 arriba en el cartel. Faltaba mucho aún, 27 minutos. Enner se tomó la cabeza, por su error y porque sabía que iba a ser difícil empatar. Y así fue. Esos 27 minutos se fueron diluyendo en una agonía amarga, como la de aquel que se va ahogando y ya no puede manotear nada. Ese 2-1 fue la despedida de la Copa del Mundo para la Tricolor, una selección con más elogios que méritos. Que mostró personalidad en cada partido, pero que se vuelve a casa temprano sin lograr el objetivo de mínima, que era pasar a segunda ronda. A Senegal, en cambio, le cabe la satisfacción de haber clasificado sin su estrella, capitán y líder: Sadio Mané.