La primera vuelta en las elecciones presidenciales en Brasil tiene sabor de segunda vuelta. No coincido con los que despotrican en contra de las encuestadoras; ellas pronosticaron que Lula obtendría 48 % en primera vuelta, y él obtuvo exactamente ese porcentaje, 48,43 %. El aumento de votación de Bolsonaro se podría decir que se debió al voto útil: como se mencionó que podía Lula ganar en primera vuelta, la gente contraria a Lula abandonó a los candidatos sin posibilidades y votó por Bolsonaro. Ahora resulta que Lula, cuya fuerza está intacta, está a algo más de punto y medio de triunfar, y Bolsonaro a siete puntos; es decir, especulativamente, el actual presidente necesitaría obtener la totalidad de los votos de los dos perdedores principales, cosa casi imposible porque uno de ellos es de izquierda, y los entendidos creen que la votación de la tercera se fraccionaría. Se puede creer que el camino es mucho más fácil para Lula. Por su parte, por el resultado electoral obtenido, mejor que el esperado, Bolsonaro no ha insistido en su acusación de fraude. Probablemente hará su campaña apoyado en los gobernadores de su partido triunfadores en estas mismas elecciones. Bueno, una vez más en estos tiempos, existe un choque entre izquierda y derecha de la que el Gobierno de Ecuador debe tomar nota para sus cálculos electorales, por ejemplo, para la consulta popular y para su posicionamiento en el plano internacional.

Bolsonaro quiere ganar en segunda vuelta para evitar que Brasil siga la ruta de Argentina, Colombia, Venezuela y Nicaragua

Lula está confiado en ganar las elecciones presidenciales brasileñas en la segunda vuelta el próximo 30 de octubre

De ganar Lula, se produciría un fenómeno similar a los ocurridos en Colombia y Argentina. En esta última, la presidencia de Macri, tan decepcionante, dio lugar al retorno del peronismo en las personas de Fernández y Cristina de Kirchner; en Colombia, el gobierno un tanto anodino de Duque, prohijado de Uribe, pero sin el carisma de su promotor, dio lugar al triunfo del primer presidente de izquierda –Petro– en toda la historia del vecino país. Cosa similar tuvo lugar en Chile donde la izquierda, representada por Boric, reemplazó al empresario Piñera.

De lo que haga o deje de hacer el actual presidente ecuatoriano dependerá, en gran parte, si retorna la izquierda o triunfa un candidato o candidata antiizquierda. Las cosas más salientes de las que la ciudadanía está preocupada: Del diálogo del Gobierno con la Conaie, concretamente con Iza: al momento, se ve al dirigente indígena imponiéndose bajo la amenaza constante de reanudar los paros; sería una debilidad del Gobierno y causaría un inmenso perjuicio al país el ceder al movimiento indígena el control de la educación bilingüe. Este y los principales puntos del eventual acuerdo, señaladamente el de la explotación de los recursos naturales, deben someterse a la aprobación de la ciudadanía en consulta popular.

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En estos momentos, en lo referente a la lucha contra la corrupción, ha remecido al país no ver la voluntad de un férreo esclarecimiento de Coca Codo Sinclair y el que se establezca la responsabilidad de la compañía fiscalizadora, y sorprende que el ministro del ramo tenga vinculación familiar con sus accionistas. ¿Buscó el ministerio?

Y lo más importante, el devolver la seguridad a la ciudadanía, que es la base de todo. (O)