Ganar una Champions es una proeza; ganar quince, una epopeya. Es la dictadura más gloriosa de la historia del fútbol: la del Real Madrid. Comenzó en Europa en 1956 y sigue hasta este 2024. Son siete décadas de dominio en el máximo nivel posible. El término impresionante queda chico, se necesita algo más fuerte, más adecuado. De 69 ediciones coronó en 15, un descomunal 22 %. El 78 restante es para todos los demás clubes europeos juntos. Lo insólito de esta supremacía es que el Madrid no necesita ni jugar bien ni merecer ganar. Simplemente, gana. No seamos inocentes: la suerte y los árbitros constituyen una parte de la explicación de tantos éxitos, también hay otro costado, cuyos argumentos son la jerarquía, la combatividad, el temple, la grandeza. El Madrid siempre se impone ser el club número uno del mundo, empieza por ahí. No entra a los campeonatos a ver cómo le va, interviene para ganarlos. Todos. Contrata para tal fin a los galácticos, pero les deja claro que galáctica es la camiseta.