Ecuador venció a Argentina (1-0) en el hexagonal final del Sudamericano Sub-17, que se juega en Quito, y dio un paso gigante en el empeño de clasificarse campeón cuando ya logró un cupo para jugar el mundial de la categoría. No fue la mejor versión de nuestro combinado, pero le bastaron un golazo de Kendry Páez a los 6 minutos y el coraje con que los futbolistas locales enfrentaron a uno de los equipos favoritos para llevarse el título de la Conmebol.

El interés internacional por el partido entre las dos selecciones estaba fijado en el duelo de los dos mejores jugadores del torneo, ambos con el número 10 en la camiseta: el nacional Páez y el argentino Claudio Diablito Echeverri (no tiene parentesco con Marco Diablo Etcheverry, el crac boliviano que estuvo en Barcelona y Emelec). En esta época en que los grandes clubes de Europa apuestan a promesas juveniles se habla de que Kendry Páez, guayaquileño, de Independiente del Valle, ya fue captado por el Chelsea, de la Premier League, que ha puesto $ 25 millones por un volante de 15 años que ya debutó en primera división en este 2023.

Echeverry, jugador de River Plate, no ha debutado en el primer equipo, pero su cláusula de rescisión ha sido fijada también en $ 25 millones y piensan que luego de tres años valdrá el doble. Informaciones de Argentina hablan de gestiones de Inter de Milán, Paris Saint-German, Manchester City y Real Madrid para llevarlo a sus filas. Como siempre ocurre luego de una derrota del combinado albiceleste, un sector del periodismo alude a toda suerte de excusas. En un artículo aparecido en el diario Clarín se apela a la “altura” y al “diluvio” que cayó sobre el Olímpico Atahualpa como factores de la pérdida. Sin embargo, la causa más poderosa en la caída se la fija en el arbitraje, que “inclinó la cancha deliberadamente en varias acciones claras del partido”. En otra parte de la nota acusa al juez de “sancionar posición adelantada extremadamente fina en una jugada que podría haber significado el empate para Argentina”.

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Ecuador, bajo la dirección del técnico nacional Diego Martínez, está invicto en el torneo. Ha ganado cinco juegos y ha empatado uno. Es líder con 10 puntos, igualado con Brasil, pero con mejor promedio de gol. Esta circunstancia no es analizada por Clarín. Imposible dejar de destacar la tarea cumplida por el arquero Christian Loor, de buena colocación, muy seguro (tuvo una sola falla que sus compañeros resolvieron), rápido y resuelto. Los zagueros centrales Ivis Davis y Jair Collahuazo cumplieron una gran faena. Collahuazo, perteneciente a Emelec, de gran talla, buen dominio del balón e impasable por arriba, mostró notables condiciones. ¿Tendrá en el corto plazo oportunidad de aparecer en el primer equipo eléctrico? De Páez ya hemos hablado, pero nos falta poner de relieve a otro gran valor: Keny Arroyo.

Nuestra Selección debe enfrentar este domingo a Venezuela en el cotejo decisivo que puede abrirle las puertas del título. Por hoy supera en el promedio de goles a Brasil, que la tiene difícil ante Argentina. En este tiempo en que se practica de manera entusiasta la discriminación de los técnicos nacionales, resulta sorprendente que la Federación Ecuatoriana de Fútbol haya confiado la conducción de la sub-17 al quiteño Diego Martínez, un experto en las divisiones formativas, con un máster en dirección del fútbol en la escuela universitaria de Real Madrid. Su capacidad ha sido demostrada en el Sudamericano y, presumiblemente, dirigirá en el mundial de la categoría si la FEF no se arrepiente y ficha a un extranjero.

A esta hora bien vale traer a esta columna un momento histórico del fútbol nacional. Ocurrió en 1986, cuando se jugaba el torneo Sudamericano Sub-16 y Ecuador consiguió un cupo para el mundial que debía jugarse en Canadá, en 1987. La FEF era presidida en ese tiempo por Carlos Coello Martínez, el dirigente de mayor trayectoria en nuestra historia a nivel dirigencial. Coello encargó el manejo de la Tricolor a Moacyr Pinto.

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Formaron en esa Selección, en el juego de la clasificación, Helmuth Moeller; Enrique Muñoz, Raúl Pavito Noriega, Orlando Nazareno, Lucitano Castro; Segundo Mina, Óscar Carchi, Jorge Aguilar; Rafael Mejía, Alcides Solís y Luis Patiño (Julio García). Completaron el plantel Nelson Toral, Tito Bravo, Jackson Cevallos, Enrique Pizarro, Víctor Ramos, José Morán, Edwin Ramírez, Ansor Filián y May Gutiérrez. El cuerpo técnico era este: el médico Mario León Haro, el kinesiólogo Miguel Cepeda, el preparador físico Edilberto Beto Ruiz, el asistente Juan Triviño, el utilero Francisco Alvear. A todos los comandaba el DT brasileño Moacyr Pinto –campeón del mundo como jugador en Suecia 1958–, llamado desde Filancard, filial del club Filanbanco, para comandar a Ecuador en Lima 1986.

Fueron muchas las anécdotas que Moacyr compartió con nuestro Diario sobre el memorable torneo que nos dio el primer boleto a una Copa del Mundo. Ecuador fue líder del grupo B del Sudamericano y clasificó al cuadrangular final. “El segundo día en la ciudadela deportiva hubo una reunión de los cuerpos técnicos de todos los equipos de Conmebol para compartir opiniones. A los acreditados de Ecuador nunca nos llamaron. Cuando preguntamos, nos dijeron: ‘Profesor, su equipo es muy chiquito; ustedes no van a llegar a ningún lado’. Luego jugamos contra Brasil y empatamos; enfrentamos a Perú y ganamos (1-0). Y ahí empezó el asunto. Los mismos periodistas que nos decían que éramos muy chiquitos querían hablar conmigo, y yo les dije que ya todo lo habían visto en el estadio, que no tenía que explicar más nada. Cambió todo. Ecuador pasó de ser ‘chiquito’ a ser un equipo ‘grandote’”, narró Moacyr.

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‘Ecuador clasificó por primera vez a un Mundial de Fútbol’ fue el titular en este Diario el lunes 20 de octubre de 1986, tras el empate con Bolivia. En ese partido, la Selección adelantó a 2-0 y estaba cerca de quedarse con el campeonato, pero el Diablo Etcheverry, el mejor jugador del certamen, firmó la igualdad con doblete.

El martes 21 de octubre, familiares, altos directivos e hinchas se apersonaron en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil (hoy José Joaquín de Olmedo) para recibir y felicitar “al representativo ecuatoriano que escribió un capítulo importante en el balompié prejuvenil al clasificar un Mundial”, publicó EL UNIVERSO.

Una caravana condujo a los héroes a la antigua sede de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, donde los jugadores, representados por el capitán Raúl Noriega Escobar, fue premiado con 100 dólares por la dirigencia de Carlos Coello Martínez. El zaguero central de Barcelona entregó para el recuerdo a la FEF el trofeo recibido en la justa de Lima. “Hemos conseguido algo que nos hará recordar toda la vida”, declaró entonces el Pavito.

En 1987, en el Mundial de la FIFA de Canadá, la Selección fue conducida por otro entrenador nacional: Eduardo Macías. El Campeonato Sudamericano Sub-16 pasó a tener categoría sub-17 (límite de edad) a partir de la edición de Paraguay 1991. (O)

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