El Napoli se estrena en la Liga de Campeones goleando 4 a 1 al Liverpool –el gran cuco europeo–. Es la herencia de Diego Maradona, que convirtió un club de provincia de Italia en animador permanente en la lucha por el Scudetto y miembro del selecto grupo de habitués de las copas internacionales. Desde 2012 lleva disputadas ocho Champions League, algo que hubiese parecido ciencia ficción antes de Diego. Él agrandó la dimensión del club y reseteó la mente de hinchas, dirigentes y jugadores. Les puso otro chip, los convenció de que ellos también podían.

Después de ese estrepitoso debut, el Liverpool venció raspando, en la expiración, al Ajax 2-1 y se dio un mínimo de tranquilidad. “Debemos reinventarnos”, dijo Jürgen Klopp, altamente preocupado. Sí, los rivales le han tomado la mano. A su presión le hacen la contrapresión. Y el Liverpool no es un conjunto de grandísimas luces, es de ahogar al rival encimándolo y atacándolo sin respiro. Varias de las figuras están en baja forma (Salah luce en modo normal, no desequilibra) y la partida de Sadio Mané ha reducido seriamente la eficacia del equipo en ataque. Le sobran delanteros, pero no está, de momento, el 9 que la meta. Y aquí vienen los primeros cuestionamientos para Klopp en muchos años: le achacan que haya pagado 75 millones de euros por el uruguayo Darwin Núñez. Que lleva 2 goles en 6 partidos. Para peor, los críticos trazan un paralelo con Erling Haaland, que le costó al Manchester City 60 millones y suma 13 tantos en 9 presentaciones. Pero Klopp apuntó bien, Darwin es crack. Se estrenó estupendamente ganando la Community Shield con gol y asistencia, luego fue víctima de una celada del danés Andersen, del Crystal Palace, quien lo provocó toda la tarde hablándole, empujándolo, derribándolo, hasta que Núñez reaccionó, lo golpeó y lo expulsaron. Ahí entró en un cono de sombras, recibió tres fechas de suspensión y perdió la titularidad. Pero es buenazo. Aparecerá. Y Klopp sabrá reinventar a los Reds.

El flamante FC Barcelona, profundamente renovado, volvió a chocar contra el muro que representa en su existencia el Bayern Munich. Los últimos cinco partidos entre ambos fueron cinco victorias bávaras: 3-2, 8-2, 3-0, 3-0 y, este martes, 2-0. Le machaca la ilusión, que en esta ocasión era muy grande. Lewandowski ya no estaba en las filas del Bayern y sí en las del Barça, igual de nada sirvió. Sí se puede decir que esta vez el cuadro azulgrana compitió, no que “jugó bien”, como muchos análisis enfatizan. El Barça tuvo siete situaciones de gol frente a cuatro del Bayern y perdió 2-0. O sea, fue deficiente en la definición y en defensa. Nadie juega bien si falla en las dos áreas, que es donde se deciden los resultados. “Mereció mejor suerte”, fueron los comentarios generales. ¿Cómo merecer cuando se defecciona…?

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Liverpool venció por 2-1 al Ajax el martes. Foto: PETER POWELL

Ter Stegen pretende hace años –y lo ha manifestado– la titularidad en la Selección Alemana en lugar de Manuel Neuer. Pero Neuer simplemente es mejor arquero, más sólido, siempre responde en estratosférico nivel, especialmente en los partidos importantes. Ter Stegen fue protagonista en todas las humillantes goleadas sufridas por el Barcelona en terreno europeo en los últimos años. El martes tuvo decisiva responsabilidad en el primer gol –cabezazo de Lucas Hernández–. Kimmich lanzó un centro cerrado desde un córner, la bola fue al corazón del área chica, a un metro de la línea de gol, y Stegen no salió, abrió sus brazos al estilo espantapájaro, totalmente desarmado. Ante esa actitud, cualquier jugador que roce la pelota, compañero o rival, es gol. Y fue. Era solo cuestión de dar un paso adelante y meter el puñetazo a la pelota. O bien atenazarla. Arquero que no sale en el juego aéreo es candidato a buscarla en el fondo de la red. En el segundo, no salió a achicar ante la entrada de Sané. Al atacante se le adelantó un poco la pelota en el último dominio, pero el quedo de Stegen le permitió solucionarlo y tocar al gol.

Lewandowski solía ganar estos duelos militando en el Bayern porque estaba rodeado del marco adecuado. En el Barça, pese a su estelar arranque liguero, no pareció el verdugo implacable del Borussia y del Bayern. No nos dejaremos llevar por un solo partido y menos cuestionar a un goleador fabuloso como es el polaco, aunque está claro que el bombardero necesita de los otros diez.

En la fabricación de automóviles y en el fútbol tienen muchas semejanzas los alemanes. Sus autos quizás no sean los más espectaculares y caros, tampoco tienen futbolistas deslumbrantes como hay en España, Inglaterra e incluso en Italia o Francia. Pero en ambos rubros ofrecen confiabilidad y eficiencia. Por eso mismo no se puede descartar a Alemania en los Mundiales. Siempre pueden juntar once buenos. Y con once buenos son dificilísimos. La organización de conjunto es el gran respaldo de sus equipos. Toda la vida supieron defender y atacar. No necesitan tanta inspiración como los españoles u otros latinos, sin embargo juegan con objetividad: si atacan, lastiman, si defienden, son férreos, seguros. Hacen todo con seriedad y decisión. Los tres alemanes que actuaron el martes ganaron y no recibieron goles. El Bayern al Barça, el Eintracht Frankfurt al Olympique en Marsella (1-0) y el Leverkusen al Atlético de Madrid (2-0).

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Maccabi Haifa, una agradable sorpresa

Vaya el último párrafo como mención de honor al Maccabi Haifa, de Israel. Es un viejo conocido de las copas internacionales (28 veces participó de las distintas competencias europeas), no obstante, nunca habíamos reparado seriamente en el fútbol israelí. Ayer lo hicimos con agradable sorpresa. Viene de las rondas de clasificación el Maccabi, donde eliminó a tres rivales para llegar a fase de grupos, uno de ellos, el Estrella Roja de Belgrado, campeón europeo 1991. Aunque cayó 3 a 1, compuso un partido notable frente al Paris Saint Germain, y no porque este cumpliera una mala actuación, muy al contrario. Se vio un Messi notable, en modo Barcelona y a Neymar y Mbappé enchufadísimos. Pero se toparon ante un equipo bien plantado, peleador, intenso, filoso cada vez que atacaba, competitivo y muy mentalizado por su técnico Barak Bakhar. El holandés Tjaronn Chery abrió el marcador con un golazo, empató Messi, luego el mismo Leo puso un pase genial para que Mbappé gritara el segundo y Verratti le sirvió a Neymar el tercero. Más allá del resultado, un diploma de mayoría de edad para los israelíes.

El fútbol se ha igualado en todo el mundo, no hay discusión posible. (O)