La pandemia ya fue. Con ella desapareció el recato y la prudencia de los clubes en el gasto. Este mercado de pases veraniego en Europa está mostrando que lo que sobra en las grandes ligas es dinero y los equipos se refuerzan a mano suelta. Y no compran solamente los grandes; todos salen a llenar el carrito. Los entrenadores, grandes gurúes del fútbol actual, piden figuras, exigen. “¿Quieren títulos…? Denme refuerzos”. Esa es la consigna. Los técnicos que “se arreglan con lo que tienen” pertenecen al pasado porque saben que, si les va mal, son los primeros en ser despedidos. Por ello, buscan garantías. En ese contexto, hay decenas de transferencias, y el número aumentará significativamente, pues el plazo para fichar expira el 1 de septiembre, casi cuarenta días más, y hay muchas negociaciones abiertas. En los dos meses y medio que dura el receso del fútbol, el mercado es un espectáculo en sí mismo.

“En fútbol lo más difícil es hacer gol; todo lo demás se puede arreglar”, acuñó el recordado Juan Ramón Carrasco. Y, dándole la razón, la búsqueda principal cada año está centrada en los artilleros, quienes alcanzan los más altos valores en los traspasos. Robert Lewandowski (del Bayern Munich al Barcelona) y Erling Haaland (del Borussia Dortmund al Manchester City) son las dos bombas del verano, porque se trata de dos supergoleadores que, donde vayan, mejorarán el cuadro. Pero no fueron ni los únicos ni los más caros. El uruguayo Darwin Núñez pasó del Benfica al Liverpool en 75 millones de euros más 25 M€ si logra ciertos objetivos. El Tottenham, que ya tiene a Son y Harry Kane, se quedó con el brasileño Richarlison, del Everton, por 58 M€ más 11,5 M€. Raheem Sterling fue del Manchester City al Chelsea en 56,2 M€; Gabriel Jesús, también del City, al Arsenal en 52,2 M€; Sadio Mané, del Liverpool al Bayern en 32 M€. Esos son apenas los más trascendentes. Nuestro mercado sudamericano, más modesto siempre, aportó dos nueves con gol: Julián Álvarez, de River, marchó al City en 23 M€; y Agustín Álvarez Martínez, de Peñarol al Sassuolo en 12 M€.

Los sudamericanos ya no ocupan la vidriera central, como en décadas anteriores, cuando el Napoli llevaba a Maradona, Careca, Bertoni, la Fiorentina a Sócrates, el Inter a Passarella y Ramón Díaz, el Barcelona a Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho. Interesan, desde luego, pero una vez que están allá y han confirmado sus capacidades. Si demuestran, entonces sí, su valor se multiplica por diez, como es el caso de Darwin Núñez, quien pasó de Peñarol al Almería en 5,4 M€, luego al Benfica en 24 M€ y ahora al Liverpool en 75 M€.

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A los 22 años, el central holandés Matthijs de Ligt hace su segunda transferencia millonaria: en 2019 fue del Ajax a la Juventus por 75 M€ en variables; hoy sale de Turín y va a Múnich: el Bayern ha pagado 67 M€ por él. Y quizás no sea su último destino. Otro es el colombiano Luis Sinisterra, surgido del Once Caldas: arribó al Feyenoord de Holanda por 2 millones de dólares y acaba de desembarcar en el Leeds por 25 M€.

Lo que deja esta nueva feria de compras es que los valores se han inflacionado de manera notable. En Europa casi no hay pases de menos de 20 millones de euros; y, cuando hablamos de talentos reconocidos, digamos buenos pero normales, todos valen de 50 M€ para arriba. También los sueldos son inmoderados. Erling Haaland firmó con el City por 461.000 dólares semanales libres de impuestos, o 65.000 diarios.

La nueva modalidad es la prima de fichaje para los jugadores libres. Aquellos que terminan contrato ahora prefieren no renovar por su club e ir a otro que les paga dicha prima. Es como un pase, de menor valor, pero lo percibe el jugador. Un ejemplo: la temporada pasada, David Alaba finalizó su vínculo con el Bayern Munich y llegó como agente libre al Real Madrid. Este no pagó transferencia al club muniqués, pero, para convencerlo, le depositó 29,2 millones solo por la firma. De ellos, 17,7 fueron para el propio Alaba, 6,3 para su padre y representante y 5,2 para el agente israelí Pini Zahavi, quien hizo de puente para llegar al club madrileño. Desde luego, eso aparte del contrato anual. Por 29,2 M€ el Madrid se agenció a un zaguero de élite, y ya fue campeón de España y de Europa en su año inaugural.

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Lo insólito de este libro de transferencias es que el club con mayor deuda del mundo, el FC Barcelona (cercana a los 1.500 millones de euros), es el más voraz: ya cerró a Lewandowski (45 + 5), Raphinha (58 + 7), Kessié y Christensen en calidad de libres, pero con prima de fichaje. Y va por más, entre ellos el defensa francés Koundé, del Sevilla, tasado en 60 M€. ¿Cómo hace el Barça para disponer estando casi fundido…? Su marca vale oro, siempre. Activó las llamadas “palancas financieras”. ¿Qué son…? La primera fue la venta anticipada de BLM (Barcelona Licensing and Merchandising), la sociedad que comercializa los productos oficiales del club, como camisetas, tazas, bolígrafos, bufandas, etc. La asamblea de socios aprobó la venta del 49,9 % por varios años, por la que reciben 200 millones de euros. La segunda son los derechos futuros de TV, de los que primero se vendió el 10 % por 25 años y ha dejado otros 207 millones. Ya está en marcha una tercera para vender otro 15 % de la TV de los torneos venideros. Una hipoteca que le ha permitido incorporar figuras, lo que muestra que el presidente Laporta apuesta todo a ganar títulos de manera inmediata. El tema es si no llegan.

A su vez, pese a su bonanza económica, el Real Madrid se ha mostrado cauto con apenas dos nuevos: Aurélien Tchouaméni, volante del Mónaco por el que erogó 80 millones; más Antonio Rudiger, con su carta de libertad. Y anunció que con ellos completó su plantel. En buena medida, es lógico: viene de ser campeón de Liga y Champions. Ya tiene un grupo de cracs fantástico y abundante.

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Otra comprobación que deja este nuevo intercambio de figuras es que la Liga Española sigue siendo la más atractiva para los jugadores. El brasileño Raphinha ya estaba siendo casi presentado en las redes con la camiseta del Chelsea, millonario club londinense, pero él prefirió esperar hasta último instante a ver si el Barcelona conseguía el dinero de esas palancas e ir a España. Alaba y Lewandowski salieron corriendo de la garantía que ofrece el Bayern en Alemania para ir a los brazos del Madrid y del Barça. Cuando Rudiger tuvo en la mano la oferta concreta del Real Madrid, no quiso ni escuchar los planes del Chelsea para renovarle. Los futbolistas saben que estando en España los títulos grandes son más factibles por la dimensión de los clubes y, de triunfar, la recompensa es infinitamente mayor, en reconocimiento, repercusión y también en metálico.

Los medios periodísticos, felices. ¿Qué harían durante dos meses y medio sin el runrún de las transferencias…? (D)