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Una copa de sofá

La Copa América es una marca mundial, excedió a nuestros países eternamente en desarrollo, hiperpolitizados y casi siempre en crisis económicas.

La 48.ª edición de la Copa América se jugará en Estados Unidos lejos de los problemas sociales, políticos y económicos de las selecciones participantes. Foto: El Universo

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Tú puedes asistir al duelo Ecuador-Venezuela el 22 de junio en el Levi’s Stadium de Santa Clara, California, y al día siguiente ver el Uruguay-Panamá en el Hard Rock Stadium de Miami. Claro que deberás primero hacer unos 80 kilómetros en carro desde Santa Clara a San Francisco, allí pescar un vuelo directo hasta la joya de la Florida y desandar 5 horas y 35 minutos en el aire. Bajas, rentas otro auto y haces los casi 29 kilómetros desde el aeropuerto hasta el coliseo. Claro, ello te significará en total unas doce o quince horas de traslado y alrededor de 1.000 dólares de costo. Pero podrías intentarlo. Es más o menos como ver en vivo un partido el sábado en Buenos Aires y otro el domingo en Guayaquil. Por el mismo torneo.

Así será, a grandes trazos, seguir la Copa América en Estados Unidos. No deja de ser un orgullo que nuestro torneo continental, primero en el mundo, se expanda y se importe a otras latitudes. Sin dudas, la locación en la patria de Lincoln aumenta su prestigio. Es una caja de resonancia universal. No obstante, seamos claros: será una copa para la televisión. Y para los latinos residentes en Estados Unidos, que ya suman 65 millones. Ellos aman el fútbol y seguirán a sus selecciones. El colombiano a Colombia, el peruano a Perú y así. De Sudamérica irán muy poquitos, mínimos. Quien esté en condiciones de erogar unos cuantos miles de dólares tal vez pueda acompañar a su equipo nacional en tres o cuatro juegos, no más.

“Será la mejor Copa América de la historia”, anunció el presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez. Tal vez. Y la que genere mayores ingresos, eso sin dudas. Los calculamos en unos 2.000 millones de dólares, algo inimaginable si se realiza en Sudamérica. No obstante, será incómoda aún para quienes viven en Estados Unidos. Una Copa dispersa, con 32 encuentros en 14 subsedes, en algunos casos ciudades con un partido, otras con dos. Y todo ello en un territorio gigantesco como el de Estados Unidos, con distancias enormes entre las subsedes. En cada sitio concurrirá en su mayoría público local. Difícil trasladarse. Y completamente inviable para el periodismo. Solo para aquellos que deban relatar y transmitir los encuentros de la selección de su país.

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Será la antípoda total del ‘concepto Qatar’, que organizó un Mundial en una sola urbe -Doha-, donde todo estaba a la mano, los ocho estadios próximos y conectados por autopistas y el metro. Una maravilla que tal vez no se repita nunca. Qatar, cada día lo tenemos más claro, fue la mejor Copa del Mundo con diferencia. Toda vez que venga un nuevo torneo la evocaremos con nostalgia. En Qatar hubo hinchas y periodistas que presenciaron hasta tres partidos en directo en un mismo día. Querían probar esa experiencia. Era posible por la cercanía y por los horarios.

“Aquí no creo que nadie pueda ver ni cinco partidos en el estadio, es muy bravo. Esto no es Qatar, donde todo era cercano, accesible, fantástico”, dice Manolo Rosero, productor televisivo ecuatoriano radicado hace años en Houston. Manolo, quien trabaja para EL UNIVERSO, recorrió las catorce sedes de la Copa. Agrega: “Todos los estadios están lejos de las ciudades. Solo a tres se puede ir en tren. Para llegar a ellos debes ir en carro, alquilando uno. El parqueo arranca desde los 40 dólares. Y eso, bien lejos del estadio, 100 si quieres un lugar próximo. Si no tienes carro, desde tu hotel hasta el estadio un taxi te cobra 100 dólares la carrera.

El costo de las entradas es elevadísimo y los viajes internos igual. “En junio-julio, un pasaje Miami-Nueva York estará entre 800 y 900 dólares”, dice Rafael Crisóstomo, fotógrafo peruano con 40 años de residencia en el país del norte. “Iré en mi auto a cuatro juegos, los que quedan más o menos cerca de Daytona Beach, donde vivo. No sé si me animaré ir a un quinto en Charlotte, que albergará una semifinal, es mucho sacrificio. Tengo una hora hasta Orlando, tres y media a Miami y 6 a Atlanta, donde Argentina jugará el cotejo inaugural. Hasta ahí llego, para los periodistas es muy difícil esta Copa”, dice Crisóstomo, quien trabajó añares en el Washington Post. “Y está el tema del clima, hará mucho calor durante la Copa. En la Florida llevamos semanas con 40 grados. No quiero ni pensar los que se jueguen en Arizona”.

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Para quienes decidan ir a Estados Unidos y acudan a tres o cuatro juegos, luego podrán ver el resto por televisión. “Puedes quedarte a verlos cómodamente en tu hotel, pero para eso tienes que pagar, aquí todo se paga. Cada juego sale entre 26 y 36 dólares-, informa Rosero-. El fenómeno Messi disparó todo, ha sido un boom extraordinario. Hay un antes y un después de Messi. Esta es una Copa pensada para la televisión y para darle más fuerza al fútbol en Estados Unidos, que ahora es el cuarto deporte detrás del fútbol americano, el béísbol y el básquet”.

Un hotel se puede conseguir por 150 dólares la noche, no de los más caros, desde luego. Rentar un auto cuesta entre 80 y 90 dólares diarios. “Pero a ello debes agregarle los peajes y la gasolina. De modo que tampoco es barato viajar en carro. De Nueva Jersey a Charlotte el GPS te marca nueve horas, pero nunca puedes hacerlo en menos de once, pues debes parar para descansar un poco y comer”, dice Manolo Rosero, quien hizo el trayecto. No quedan dudas: el mejor lugar para ver la Copa es el living de casa.

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¿Ya hay atmósfera de Copa?, le preguntamos a Manolo. “No, muy poco, y entre los latinos. Para que tengas una idea, en Houston tenemos un equipo de fútbol en la MLS, el Houston Dynamo, yo les pregunto a mis vecinos gringos y no saben qué es el Dynamo, no han escuchado. En la recorrida por los catorce estadios algunos de los administradores no sabían que se jugaba la Copa América ni que se trataba de un torneo. Nos decían: ‘Ah, con razón nos reservaron el estadio para esa fecha’. Pero esto ayudará a popularizar más el fútbol”.

Nuestro compañero en Qatar 2022 agrega: “Esto me hace acordar en cierto modo a Japón 2002, no había demasiado clima de copa, si caminabas por la calle no sentías que estabas en un Mundial. Allá los dos deportes más populares son el béisbol y el golf. A la noche veíamos los programas de deportes por TV y era media hora de béisbol, quince de golf y al final un par de minutos de fútbol”. Pero veinticuatro años después puede decirse que la número cinco prendió en el país del sol naciente. Y ni hablar de lo que progresaron jugando, pasaron de no tener la menor idea a clasificar a los últimos ocho mundiales consecutivos. A ganarle a Alemania y España en el 2022. Y a exportar muchos futbolistas. Lo mismo puede que termine aconteciendo en Estados Unidos. Va en ese camino.

La Copa América es una marca mundial, excedió a nuestros países eternamente en desarrollo, hiperpolitizados, casi siempre en crisis económicas, con tremenda inseguridad y grandes carencias. Nos preguntamos cómo hubiese sido disputar la Copa América hoy en Ecuador, al que le correspondía hospedarla por el criterio rotativo de organización. Ecuador renunció a montarla y probablemente fue una acertada decisión. Pero nos preguntamos: ¿qué país sudamericano estará en posición de organizarla después de los ingresos que mostrará Estados Unidos 2024…? ¿La tendremos de vuelta en 2028…? ¿Irá a México…? Quién sabe. (O)

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